La MGM produce esta indeleble cinta de ficción y terror,
horror fantástico que nos trae el director Wolf Rilla, cuando una pequeña y alejada villa
inglesa se vea inmersa en una impensada y pesadillesca situación. En la mencionada
locación, misteriosamente, todos han perdido el conocimiento, el pueblo entero
es aislado de todo contacto con el mundo exterior. Cuando al fin se recupera la
gente, todo vuelve a la normalidad, pero solo en apariencia, pues las féminas
lugareñas quedarán encinta, para dar a luz nueve meses después a singulares
infantes, que tienen similares características físicas, además de un poder
mental que los hace invencibles, y cuya naturaleza maligna los hará atentar
contra sus progenitores, y la raza humana. Un pequeño clásico dentro de su
género, que ha generado posteriores remakes y homenajes televisivos, que los
instruidos sabrán advertir. Recluta el director para interpretar su ficcional
cinta a George Sanders en el papel principal, el padre del niño líder del
movimiento, cuya presencia dota de realce a la cinta, eleva sus bonos,
evidentemente intención del realizador, cosa que logra. Además está Barbara Shelley como su esposa, y madre de Martin Stephens, el niño que encabeza a los fríos y
calculadores infantes homicidas. Sin ser una maravilla, para los admiradores
del género puede ser un disfrute, pues se trata de una rescatable cinta de
terror y ficción.
En la villa inglesa de Midwich, un hombre, Gordon Zellaby
(Sanders), está haciendo una llamada telefónica, y de pronto se desvanece,
sucediéndole lo mismo a todos los lugareños. El evento no pasa desapercibido, y
Alan Bernard (Michael Gwynn),
personaje ligado al gobierno, se aproxima a las cercanías, con un policía, pero
cuando el oficial se acerca al perímetro, se desvanece también. El asunto se
complica, boinas verdes y helicópteros son enviados, un aviador fenece
estrellándose al acercarse demasiado. Pero de pronto, animales y personas
recobran el sentido, despiertan todos, Gordon y su mujer, Anthea, con su amigo
Alan, están consternados e intrigados, como todos los lugareños. Todo está
aparentemente bien, y de pronto, Anthea está embarazada, han pasado ya dos
meses, y no es la única mujer en ese estado, generándose consternación, y esto
se agrava cuando el feto experimenta un crecimiento y desarrollo
extraordinarios. Nace al fin el hijo, David, el mismo día en que las
demás embarazadas alumbran también, los niños tienen similitudes en ojos, uñas,
etc, crecen a ritmo acelerado, y poseen mucha inteligencia. Al crecer, andan
siempre juntos, vestidos de la misma forma, son autosuficientes e
independientes, el pueblo les tiene temor.
Los agentes del gobierno, que han seguido el caso de
cerca, no están optimistas, desean desaparecerlos, y Gordon debe interceder
para evitarlo, los convence de potenciar su desarrollo, y estudiarlos, e inicia
una educación él mismo a todos los niños.
Pero los infantes, encabezados por David, matan a dos pueblerinos que de
alguna u otra forma los amenazaban, los hacen suicidarse, y es que pueden
leer la mente humana, y apoderarse de la voluntad y los actos de las personas.
Las autoridades se indignan, Alan va con Gordon y Anthea, ha visto situaciones
símiles en otras partes del mundo, el gobierno no lo pospone más, va a
eliminarlos. El pueblo va a ajusticiar a los niños, solo para ver a su
dirigente prenderse fuego a si mismo, y cuando Alan va a confrontar a David, se
le produce un fuerte derrame cerebral, pero es una mera advertencia. David se
entrevista con su padre, le encarga que los saque de ahí, pues saben que se
desea eliminarlos, deben esparcirse por el mundo. Gordon accede, pero astutamente, fragua un plan, pone un potente explosivo en su maletín, y el día
pactado a evacuarlos, se presenta, bloquea su mente pensando en un muro de
ladrillos, evita que los infantes se enteren, y el explosivo detona,
eliminándolos final y definitivamente.
Efectivo ejercicio del director Rilla, una ficción en la
que nos introduce rápidamente, cuando nos presenta a los habitantes del pueblo
desvaneciéndose todos a una vez, es la primera imagen que vemos, antes incluso
que los créditos, el suspenso e intrigas están servidos. Sigue la demencial y
antinatural situación, una interrogante a la que no hay respuesta, no hay
explicación a lo sucedido, solo se sabe que fue algo sobrehumano. Nacen los
vástagos de lo desconocido, y desde que empiezan su vida se detecta su
malignidad, cuando un can se desespera y enfurece con un recién llegado al
mundo, además de los rasgos de los ojos, cabello y uñas etc, que denotan que se
trata de una raza distinta a la humana. Se configura así el clásico, ha nacido
la prole maldita, con el memorable e imitado aspecto de los rostros de unos
aparentemente inocuos niños, con los ojos que se les alumbran de luminoso blanco total, mientras controlan las mentes de los adultos como títeres,
además de leer los pensamientos. Su enorme poder mental los vuelve invulnerables e invencibles, sobre todo si sumamos que son inmisericordes, sin
emociones, fríos y calculadores asesinos, una raza superior, transmiten su
conocimientos psíquicamente, lo que uno sabe, todos lo saben, así se enteran de
lo sucedido a anteriores camadas de su misma naturaleza, y pretenden asegurar
su supervivencia y esparcimiento, impensadas intenciones en un manojo de rubios
niños, de apariencia inofensiva. Clásico inspirador de un decente remake con
Christopher Reeve en 1995, un remake en todo el sentido de la palabra, un remake
como los que se deben hacer, repitiendo las acciones, objetivos, y hasta la
forma de muerte de los niños, el bloqueo mental con la figura del muro de
ladrillo, la única forma de engañar a quienes no se puede engañar. Con la
mencionada distinguida presencia de George Sanders, se configura un pequeño
clásico del género, del que se apreciarían además algunos homenajes en series
televisivas.
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