lunes, 26 de marzo de 2012

Sinbad, el marino (1947) - Richard Wallace

Entretenida cinta que nos muestra el mundo fantástico de las aventuras del mítico Sinbad, el marino de orígenes persas, que surca los mares en sus peripecias, amalgamando riqueza, conociendo hermosas mujeres, y generando leyenda. Será ésta la historia del octavo viaje de Sinbad, y será contado de labios del propio aventurero, cuando narre sus aventuras en la búsqueda de la tierra fantástica de Dariabar, secreta y escondida en la legendaria isla donde Alejandro Magno supuestamente escondió un suculento tesoro, una travesía llena de peligrosos sujetos, muchas riquezas, y claro, una hermosa mujer que caerá a los encantos del experimentado marinero. Los intérpretes serían Douglas Fairbanks Jr. como el principal personaje, el marino, que seduce a la hermosa Maureen O’Hara, ambiciosa mujer a la que deslumbra inicialmente haciéndose pasar por un adinerado príncipe, pero con quien, sabido ya su origen verdadero, florece una genuina atracción y pasión. Está además, entre el reparto un elemento que ciertamente realza los bonos del mismo, y esto reside en el alemán Walter Slezak, ambicioso y traicionero sujeto. La cinta retrata una parte de la harto y mundialmente conocida colección de cuentos anónima de Las Mil y Una Noches, el director lo hace de correcta forma, y aunque no es una maravilla, es una aceptable y decente cinta, que puede entretener por momentos, y con un diseño y recreaciones visuales, que son su punto fuerte, hacer pasar un buen rato.

    


Son los años de los califas persas más poderosos, y en esas tierras, Sinbad es un ilustre hijo de Alá. Aparece el propio Sinbad, jactándose junto a otros individuos de sus viajes, de sus peripecias relacionadas a riquezas de Alejandro Magno, y va a rememorar su octavo y último viaje. Comienza su relato, en el que buscaba la isla de Dariabar, donde debía estar un tesoro de Alejandro, y en unos finos aposentos, encuentra mapas y otras señales de la ruta que siguió el inmortal conquistador. El ambicioso Sinbad afirma que hay riquezas que a él “le corresponden”, y para alcanzarlas debe vender un navío suyo, y en una fallida subasta de la nave, conoce a Shireen (O’Hara), muy hermosa mujer, ambiciosa también, a la que Sinbad astutamente se presenta como un distinguido príncipe, poseedor de riquezas, y la invita a su viaje en busca de Dariabar, ella duda en la invitación, aunque desea aceptar, y queda intrigada con el supuesto príncipe, y durante su entrevista, es atacado con una daga por un misterioso sujeto. De cualquier forma, inicia la travesía, con su ayudante Melik (Slezak), comienzan el viaje, siempre con la preocupación de un peligroso sujeto del que deben tener cuidado, y avistan un navío a lo lejos. Aparecen Shireen, que está emparejada, solo por su dinero, con el poderoso Emir (Anthony Quinn), todos embarcados, y con Melik de inciertas intenciones, haciéndose pasar por barbero.






Sinbad sigue cortejando a la hermosa Shireen, que, empero, no soporta la vulgaridad y falta de delicadeza del falso príncipe, y llama a sus guardias, pero después, bien tratado por el Emir, recibe el regalo de una bella y joven doncella. Prosigue la búsqueda de Dariabar, teniendo cuidado del peligroso sujeto incógnita también, y sin dejar de cortejar a la caprichosa Shireen, que descubre la mentira sobre sus orígenes, descubre que es Sinbad el marino, legendario personaje por el que se siente muy atraída, y éste consigue arrancarle un beso. Pero el Emir logra encontrarla, se produce un gran enfrentamiento con otra embarcación, choque del que el navío de SInbad sale mal parado, y al volver a verse con Shireen, ésta le quita un valioso medallón. El marino y Melik son aprehendidos, golpeados, y es entonces que Melik se descubre, realmente es el peligroso personaje del que deben tener cuidado, siempre estuvo atacando en secreto a Sinbad. Con todo, logran llegar a la fabulosa tierra buscada, con un palacio, supuestamente de Alejandro, pero en el que se les dice que no hay riqueza alguna. Sin embargo encuentran, en una fuente, grandes tesoros, Sinbad logra escapar hábilmente de sus captores, y el traidor Melik muere. El Emir termina huyendo, y es eliminado en un ataque. Es el fin de la historia que Sinbad narra, que sigue pregonando sus avatares, ahora al lado de la hermosa Shireen.




El director Richard Wallace realiza una entretenida adaptación del archiconocido aventurero Sinbad, una de tantas adaptaciones, pero una muy aceptable. Veremos pues las aventuras del gran Sinbad, sus viajes por los mares, donde se adentra pese a que se le dice que no se embarque en esas travesías, y una de las cosas más agradables de la cinta es la gracia con la que se recrean esas aventuras, unas muy divertidas secuencias de lucha contra sus captores, es ciertamente un héroe, un héroe con gracia, que se deshace de ellos con elegancia, se divierte, es su mundo, brincos, piruetas, golpes, tretas, las correrías por las calles árabes, y por exóticos palacios. El director tiene uno de sus puntos fuertes en la representación de aquella época, los días del mítico Aladino, las lámparas, la tradición persa, toda su atractiva y colorida vestimenta, además de las características estructuras y construcciones persas, toldos, lasa cúpulas y formaciones tipo hongo, se recrea muy bien ese universo, el mundo oriental, el mundo de los hijos de Alá, el aspecto visual de ese ambiente es de lo mejor del filme. Tienen las aventuras del marino el infaltable toque femenino, la cuota de romance a cargo de la bellísima Maureen O’Hara, a la que apreciaremos a color, con todas las indumentarias de la singular época, y encima, indumentarias finas, pues era la distinguida consorte del Emir, rodeada de un toque exótico, y es que la belleza de la O’Hara se manifiesta siempre en todos los contextos, pero verla en esas vestimentas, es un deleite, ella siempre resalta y es un placer verla. Se tiene también en el aspecto actoral, a un transformado Walter Slezak, experimentado actor de respetable trayectoria, también adecuado, pero de forma más notoria, al exotismo persa, con los largos bigotes y el rostro transformado, siempre realizando serios trabajos, es el villano que juega a dos bandas, su aporte es positivo; tenemos también la participación, aunque no en demasía, de un muy joven Anthony Quinn, aunque en un papel más bien discreto. Douglas Fairbanks Jr.está correcto como Sinbad, en un papel que tampoco requiere mayores proezas actorales. Se configura así una cinta que tiene atractivo en su recreación, en algunas imágenes, puede llegar a ser entretenida y por momentos divertida, sin embargo, se siente que la cinta nunca termina de despegar, que se queda ahí nomás, capta cierto interés, pero no logra mucho más que eso, no trasciende, pero ese no es su objetivo después de todo, es una cinta de aventuras.




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