lunes, 23 de enero de 2012

The Ox-Bow Incident (1943) - William A. Wellman

Entrañable película hollywoodense, de gran contenido, gran variedad de matices y elementos que la enriquecen, y que la hicieron una digna nominada al Oscar a Mejor Película al año siguiente de estreno, en 1944, aunque no terminaría alzándose con el por entonces aún joven y valioso galardón. La cinta está basada en la novela homónima de 1940, escrita por Walter Van Tilburg Clark, y narra una serie de sucesos acontecidos en al pueblo de Ox-Bow, en Nevada, cuando en el mencionado lugar, aparentemente ha sucedido un asesinato, y se tiene como sindicados culpables a tres individuos foráneos que tuvieron la mala fortuna de aparecer en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Una turba enardecida clama justicia por la muerte del ilustre finado, e incluso las autoridades se dejan llevar por ese anárquico sentimiento de desenfreno comunal, tomando la ley en sus propias manos y ajusticiando a los supuestos asesinos. Solo dos sujetos, foráneos también, tratarán de que los acusados tengan una oportunidad, que sean juzgados con justicia, aunque no logren su cometido. Fuerte drama, fuerte y singular western, que cuenta entre su distinguido reparto al buen Henry Fonda, Dana Andrews, Mary Beth Hughes y Anthony Quinn, en diversos y sendos papeles para narrar esta muy atractiva cinta, que contiene algún dilema controversial, contraposiciones éticas, raciales incluso, y elementos inherentes a un género por excelencia norteamericano, el western, que tiene en este título una variación temática bastante interesante, toda una serie de elementos por los que se ganó su lugar especial en el firmamento yanqui de Hollywood, y bien merecido que lo tiene.


       



La acción se desarrolla en Nevada, es 1888, dos sujetos extranjeros llegan a una taberna en un aburrido lugar, donde escasean las mujeres, la única dama atractiva se ha ido, y lo único interesante es un robo que se acaba de perpetrar. En el aparente robo de ganado se ha matado a un respetado y distinguido miembro de la comunidad, Kinkaid, y en un improvisado mitin comunal fuera de la taberna, se discute las acciones a tomar. Gil Carter (Fonda), y su amigo, los extranjeros, van a buscar al sheriff y al juez, no teniendo suerte en su búsqueda. La enardecida muchedumbre, encabezada por el Mayor Tetley (Frank Conroy) y Jeff Farnley (Marc Lawrence), exige persecución y linchamiento de tres presuntos sospechosos, y aunque la ley exige un proceso judicial, la masa impone su deseo, mientras solamente Carter y su amigo, que se involucran en el asunto, además del tabernero, parecen mantener la cordura y pedir primero que se esclarezca completamente todo. Parten en búsqueda de los sospechosos, sin perder tiempo en investigaciones por temor a que escapen, y en el camino encuentran a la única mujer del pueblo, la atractiva Rose (Hughes), ahora casada, y que tiene una historia pasada con Carter, la atracción se siente, lo que genera incomodidad y recelo con el esposo de la mujer. Llegan, en su camino, a Ox-Bow, y hallan a los tres acusados, Donald Martin (Andrews), Juan Martínez (Quinn), y un viejo, que son intervenidos pese a clamar inocencia.




Los tres individuos se ven sorprendidos, de pronto una masa humana quiere colgarlos sin mayores explicaciones, mientras siguen declarándose inocentes al enterarse del asesinato, sobre todo Martin, y piden un juicio justo. Carter defiende a los acusados, que son interrogados, se gana tiempo, la gente come y descansa a la luz de una fogata. El mexicano Martínez inicialmente no habla inglés, trata de escapar, pero es capturado y se le halla el arma de Kinkaid, generando más y evidentes sospechas, y en tal situación el mexicano habla inglés, clama inocencia también, pero más escueta y resignadamente que Martin. La multitud no ceja en su objetivo, se acerca el momento de ejecución, un desesperado Martin escribe una carta de despedida a su esposa e hijos, mientras Martínez se confiesa, sabedor de que la hora final se acerca, pues las tres horcas están ya preparadas. Mientras Carter y el tabernero aún los defienden, no pueden evitar que los acusados sean ejecutados, y poco después aparece el sheriff, con la noticia de que Kinkaid está vivo, solo fue herido, y los agresores verdaderos fueron capturados. Los principales líderes de la turba, Tetley y Farnley son acusados, y el viejo mayor Tetley, acusado por su hijo, se suicida de un tiro. Las acusaciones siguen, el remordimiento está en el aire, pero ya todo está consumado, y el viejo tabernero lee la desgarradora carta de despedida de Martin, que después se lleva Carter para la viuda, culminando el filme con una símil imagen del comienzo, los dos vaqueros cabalgando, pero ahora retirándose del pueblo.





Fuerte e interesante historia, y que es presentada muy correctamente por el realizador Wellman, en un western llamativamente diferenciado para su época de clásico western de norteamericanos contra indios, aunque evidentemente los vaqueros siguen siendo el eje principal, los desencadenantes de toda la acción, de las persecuciones, los asesinatos y discusiones. Es una suerte de Fuenteovejuna de vaqueros, donde la muchedumbre actúa como una unidad, la masa actúa conjuntamente, toman la justicia arbitrariamente en sus manos, con pruebas incidentales en su poder, que parecen definitivas, pero que acabarán arrastrándolos a un terrible error. El correcto relato del realizador realza y refuerza esa imagen colectiva, con imágenes donde los integrantes de la masa hasta se mueven de similar forma, piensan, hablan y se comportan homogéneamente, es una auténtica masa actuando conjuntamente. Wellman genera un gran ambiente para su narración, donde la tensión impera durante casi todo el metraje, prescindiendo casi por completo de música, sin ornamentos, y es que la acción lo es todo, y ésta es narrada con un realismo notable, sin distracciones, lo cual colabora a que la atención se centre únicamente en lo que importa, la acción de un tenso y fuerte western, repleto de suspenso. El ritmo del que dota el cineasta a su cinta es también de nota, las acciones son narradas sin cortes, la cámara que sigue todo atentísimamente desde planos medios, nos acerca al drama, a la incierta situación en la que nos acabamos involucrando, y en la que la seriedad, y por momentos sequedad (correcta, por cierto) del relato, no hacen más que aumentar el realismo del mismo, e introducirnos en el mundo del incidente en Ox Bow.





Atractiva historia de vaqueros, que reúne muchos de los elementos de un tradicional western, pero que se vuelve más complejo e interesante con elementos nuevos, como los controversiales enfrentamientos, la evidente disyuntiva ética, la masa embrutecida que no escucha razón, que busca lo que considera justicia por un crimen, aunque irónicamente termina siendo la autora del único crimen cometido. Tiene su dosis de romance, aunque bastante efímera, con la única mujer del pueblo, atractiva fémina que tiene su historia aparte con lo más cercano a héroe en la cinta, Carter, Fonda. También está presente la discriminación racial, en la figura del mexicano, aunque con cierto disimulo, todo este background enriquece y torna más apreciable a la cinta, la vuelve más compleja y rica que un western convencional, con sus elementos históricos, también correctos, las controversias ya mencionadas, para un filme que no en vano fue nominado al Oscar más importante, el de Mejor Película del Año. Evidentemente su reparto también enaltece a la cinta, y es así que veremos al siempre entrañable Henry Fonda en el papel del sesudo defensor, la voz de la razón a la que nadie quiere escuchar, pues el humano es inteligente, pero la masa es estúpida, como queda evidenciado en la película. Agradable también resulta ver a un jovencísimo Anthony Quinn, en el rol del discriminado mexicano, presentado como un montaraz, que aparenta ignorancia, pero en el fondo es un individuo astuto, que también termina siendo ejecutado injustamente. No pocas razones para considerar esta cinta como una gran exponente del cine norteamericano de los años 40, una atractiva historia que plasma una también atractiva novela, buenas actuaciones, y sobre todo, una muy acertada dirección, buen ritmo del relato, para configurar una cinta más que apreciable de un momento dulce de un por entonces decente Hollywood.




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