domingo, 4 de diciembre de 2011

Blow Up (1966) – Michelangelo Antonioni

Una de las cintas más mediáticas y conocidas del gran Antonioni, donde, basándose en el relato Las Babas del Diablo, del excelente Julio Cortázar, nos bombardea con un elaborado y muy cuidado ejercicio de colorido, delicada estética con la que retrata y le toma el pulso al bohemio espíritu de la época donde decide situar su adaptación del cuento, el Londres de la década de los 60. En su adaptación, Antonioni se emprendió una tarea titánicamente difícil para cualquier cineasta, por bueno que sea, y este gigante desafío era tratar de capturar, de plasmar lo que el cuento de Cortázar quería transmitir, tarea nada fácil, de dificultad fácilmente reconocible para el lector conocedor de la obra fantástica del escritor argentino. Antonioni, valgan verdades, se aleja mucho del sentido del libro que inspira su adaptación, y por momentos pareciera que lo hizo deliberadamente, mostrándonos otra mirada, otro enfoque de la historia central, relato muy atractivo. Pese a la dificultad del proyecto emprendido por Antonioni, nos brinda el realizador un vistoso y atractivo trabajo estético, y presenta un notable retrato de la época.

       



Thomas, (David Hemmings), es un fotógrafo en Londres durante los 60s, trabaja tomando instantáneas a mujeres, bellas modelos, a los escenarios de su ciudad, se divierte en su trabajo y recibe mucha atención femenina, en su desordenado estudio. Inicialmente lo vemos fotografiando a una atractiva modelo llamada Jane (Vanessa Redgrave), en la memorable secuencia cuyo fotograma sirve de portada al filme. Obsesionado con las antigüedades y los bellos paisajes, le agrada tomar fotografías de exteriores, y un día, tomando fotografías en un gran parque, capta a una pareja discutiendo, y al notar su presencia, la mujer se acerca y exige le entregue las fotografías, se pone histérica, pero él asegura que se las dará luego de revelarlas. Después, visita tiendas de antigüedades, y le muestra unas recientes fotografías a su amigo y jefe, Ron (Peter Bowles), y pretende rematarlas en la sesión de fotos del parque. Inesperadamente, la mujer fotografiada, llamada Patricia (Sarah Miles) encuentra su domicilio, lo visita y le pide nuevamente le entregue las fotos, y tras una sencilla seducción, se las entrega.







Ya solo, revela y amplía las fotografías, las examina cuidadosamente con lupa, las marca, estudia todas las fotos, unas más cercanas que otras. Se obsesiona con el asunto, aumenta la minuciosidad de su observación, marca los detalles más saltantes, planos generales, planos medios, fotos de solo la mujer, fotos de ella forcejeando con su maduro acompañante, y en medio de las ampliaciones, descubre la imagen de un arma. Después, recibe la visita de dos atractivas modelos a quienes sin el menor problema desnuda, y realizan un trío juguetón e intenso. Ellas se retiran sin que siquiera él les haya tomado una sola foto, ya que debe seguir con su investigación, pues considera que ha habido un crimen, un asesinato, y esta aún más convencido de ello cuando en una de las ampliaciones, reconoce claramente una silueta humana en el suelo, detalle que no notó a primera vista. Al volver al lugar de los hechos esa misma noche, encuentra el cadáver del hombre, ya no hay duda al respecto. Se lo cuenta a Jane, no desea ir a la policía, le informa de lo sucedido a Ron, a quien va a buscar a una bohemia reunión con concierto incluido, y al no recibir atención de Ron, vuelve solo al día siguiente al parque, no encontrando ya nada. El filme culmina con Thomas que ve a unos mimos jugar tenis, los observa, y se queda finalmente solo en el extenso parque.



Atractiva la propuesta de Antonioni, que se desvía considerablemente de la directriz original del libro para plasmar su personal versión, pero es algo entendible, sobre todo considerando la compleja y delirante naturaleza de los relatos del gran maestro del cuento fantástico, un Julio Cortázar que es homenajeado apareciendo un retrato suyo durante el filme. El italiano se aleja un poco del texto del argentino para mostrarnos una muy bien pulida y refinada fotografía de la juventud de la época, época donde el pop británico está estallando, y el realizador lo plasma con coloridos escenarios, sobre todo representados en el desordenado recinto del fotógrafo, obras de arte, reflectores, trípodes, una profesión en boga por esos años, retrata también correctamente el mundo libertino de esos años, aparte de la estética mencionada, plasma las características de entonces, una juventud bohemia, de mucho libertinaje, el sexo es moneda corriente, las mujeres son frívolas y livianas, dispuestas a experimentar con las drogas y el sexo fácil, y donde hay fiestas repletas de marihuana y música.




Esto último tiene su clímax audiovisual en la fiesta donde Thomas va a buscar a Ron, donde los porros de yerba corren con mucha rapidez, y en la que hay un gran concierto donde salen The Yardbirds y el inmortal Jimmy Page, muy buene elección para retratar ese mundo, dando realce y un aire muy de esos años, perfecta plasmación del espíritu que tiene por manifiesto al sexo,  las drogas y la música. Siguiendo en la línea musical, la etérea banda sonora es obra y gracia de Herbie Hancock, pero más que banda sonora, es un perfecto acompañamiento musical, finas melodías de jazz remarcan el ambiente bohemio, y también las secuencias de sensualidad con las modelos. Notable adaptación la del italiano, a la que algunos pueden tildar de pretenciosa por su intención de “trascender” la línea de la realidad, teniendo una trama tan simple, pero simplemente el italiano adapta su personal versión de un cuento fantástico, y lo hace un notable despliegue visual. Se oirán las voces protestantes de los fanáticos de Cortázar, pero nos quedamos con un agradable ejercicio estético y auditivo del italiano. 



                                                                                        


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