Una de las películas que se enmarca en la primera etapa del gigante Chabrol, en la que ya se pueden vislumbrar muchos de los aspectos que darán forma definitiva a su refinado estilo. Chabrol utiliza también por vez primera a su mujer, la hermosa Stéphane Audran, con quien iniciará, aparte de su relación amorosa, una fructífera colaboración que por esos años producirá muchas de las más grandes obras del realizador francés. Chabrol nos presenta en esta oportunidad una inquietante historia sobre dos lesbianas que se conocen, inician una relación, viven juntas incluso, pero cuya rutina se ve alterada cuando irrumpe el tercer lado inevitable del triángulo amoroso, un hombre que dividirá sus vidas, y que invertirá el papel que al inicio parecía tener cada mujer. Comienza ya Chabrol a trabajar con una de las más marcadas constantes del cine de toda su carrera: los triángulos amorosos, y todas las acciones pasionales que desencadenan las tormentosas decisiones y acciones de sus integrantes. El francés ya empieza a darle forma pues, a algunas de sus obsesiones, aparte de lo antes mencionado, también el estudio casi obsesivo de la psicología de sus personajes, por lo general personas comunes, pero que se ven enfrentadas a situaciones atípicas, desquiciantes, que los llevan al borde de la locura, a manifestar sus lados más oscuros, a hacer lo impensable. Para ello cuenta con un excelente reparto, incluida la Audran, en una cinta de necesario visionado.
En la calle, Frédérique (Audran) conoce a una artista callejera, que pinta unas ciervas, le habla, y la invita a su casa a tomar café. La joven artista afirma llamarse Why (excelente Jacqueline Sassard), surge una atracción entre ambas, y tras conversar un rato, esa atracción se consuma. Después, van a vivir a otro lugar, con unos amigos de Frédérique, excéntricos y ruidosos, pero es lugar elegante, y ella, acomodada, recorrida, deslumbra a Why con los lujos, que se va acoplando a esa vida, pero siempre a distancia. Conocen en una reunión a Paul Thomas (Jean-Louis Trintignant), y pronto Why se siente nuevamente atraída, mientras Frédérique, recelosa, hace que sus amigos sigan a la pareja, pero no puede evitar el idilio y la joven artista se siente fuertemente atraída por Paul. Frédérique, ya enterada de todo, habla con Why, no le sienta bien saber que tiene competencia por la joven, se siente muy celosa, así que va a hablar con Paul, y lo seduce.
Why se siente herida, mientras su compañera se siente satisfecha, una ruptura se ha producido, él lo cambió todo, ahora hay un distanciamiento, y Why se va alejando de la casa donde ahora convive el triángulo. Sorpresivamente, Frédérique, que parecía más segura de todo y alejada de los hombres, confiesa estar locamente enamorada de Paul, y feliz por lo que está pasando, y deben partir en un viaje. Why va experimento mórbidos celos, igual que los ruidosos amigos de su compañera, que son desalojados de la casa, celosos también de Paul. La acomodada mujer, siempre posesiva, no está dispuesta compartir a su amante, por lo que su joven ex pareja queda relegada a un segundo plano, expectante, y va perdiendo el control. De pronto, la pareja decide ir a Paris, dejan sola a Why, pero ella parte tras de ellos, los sigue, va a verlos, quiere estar con ellos, formar parte de esa relación, siendo rechazada por Frédérique, algo que no puede soportar: la elimina, y el film finaliza luego de que se hace pasar por ella al teléfono, y espera a Paul, que llega a casa, ignorando todo.
Chabrol nos sumerge en este mundo donde también va plasmando ya uno de sus santos y señas: el retrato burlesco que hace de la burguesía francesa, la ridiculización de esa clase, representada en el entorno de la aristocrática y acomodada Frédérique, un extraño mundo de ridícula sofisticación, esa clase se ve representada por los homosexuales y ruidosos amigos de ella, excéntricos mequetrefes que asisten a juegos de póker, reuniones con otros burgueses, etc, es el mundo donde ella se siente cómoda, pero donde Why nunca se siente como en casa. Y es que la Audran se encarga de encarnar a la mujer fuerte, mayor, elegante, hermosa, muy dominante y posesiva, y aparentemente es ella quien rompió más dramáticamente con todo contacto con los hombres, pero finalmente ella es la que se enamora perdidamente de Paul, relegando a la joven Why, la virgen desflorada por Paul. El director nos presenta este drama femenino, explora sus relaciones, su fragilidad de mujer, y su imprevisibilidad, pues como se mencionó, la mujer fuerte inicialmente, es la que cede y acaba loca por el hombre, mientras la joven e inexperta, también enamorada, acaba relegada, y traducirá esa frustración en fatales represalias. Como siempre, desde sus inicios, la música con Chabrol juega un rol importante, delicadas tonadas para momentos de mujeres disfrutando, descubriendo los placeres, sobre todo la joven, y asimismo una desquiciante música para remarcar las escenas de demencia, también de la joven. Las actuaciones, tanto de Audran como de Sassard y Trintignant, realzan la calidad del filme, sobre todo la Audran, inquietantemente seductora, posesiva, amenazante, una dominatriz. Con sus interpretaciones enriquecen este interesante estudio de la psicología femenina, la pasión, lesbianismo, reencuentro con el sexo masculino, celos, obsesiones, muerte, cambio inesperado de roles, todo forma parte de un ejercicio de cine más que recomendable por parte de Chabrol.
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