domingo, 11 de septiembre de 2011

Bailando en la oscuridad (2000) – Lars Von Trier


Tercera parte de la segunda trilogía de Von Trier, película que sirve de cierre a ese trabajo, y que tiene muchas similitudes y correspondencias con la iniciadora de esta trilogía, Breaking the Waves (1996). Es éste un filme que termina correctamente lo que comenzó esa iniciadora película, y que quizás se desvió un poco con la segunda parte, Idioterne (1998), la película anteriormente comentada. Pues bien, se vuelve a los inicios de la primera parte de la trilogía, y nuevamente Von Trier se encargará de mostrarnos un drama crudo, directo, muy intenso, de perdición, en la que una dulce y atormentada mujer es aniquilada por las durísimas circunstancias a las que la vida la enfrenta, las que la terminan por conducir a un inevitable final: la destrucción. El estilo narrativo, como es imposible en Von Trier, si bien más conservador que en sus inicios, jamás será convencional. El danés escoge el estilo del musical para narrar e intensificar momentos dados de la historia, esto reforzará ciertamente su narrativa, y dotará de un mayor colorido y dinámica al relato. Es un acierto la selección de Björk para el papel principal, su talento musical le da un palpable salto de calidad a las secuencias coreográficas, que son tan importantes en esta cinta. Tiene para su mejor desempeño el filme, a parte de la islandesa, a un muy buen reparto, encabezado por la siempre distinguida y talentosa Catherine Deneuve en el papel de mejor amiga, David Morse como su casero en aprietos financieros y Peter Stormare, el enamorado no correspondido.

         


Desde el comienzo veremos imágenes de semi fundidos, mezclas de colores, Von Trier nos bombardea con lirismo visual. Selma (Björk), es una inmigrante checa que llega a Estados Unidos para trabajar y educar a su hijo, a quien desesperadamente trata de ayudar con una operación para curarle la ceguera hereditaria que está dejándola a ella en la oscuridad progresivamente. Para ello se mata trabajando en una fábrica con su mejor amiga Cathy (Deneuve), donde su ceguera le impedirá desempeñarse de la mejor manera, pero no le imposibilita luchar por su hijo. En el trabajo tiene lugar la primera y colorida secuencia coreográfica, artificial, vistosa. Ella es cortejada por Jeff (Stormare), el enamorado no correspondido a quien ella le canta la segunda canción del filme, el tema I’ve Seen It All, donde ella expresa con dulzura su visión del mundo, su aceptación a la realidad que le tocó. Mientras, Bill (Morse, el hombre que le alquila el tráiler donde vive, y aparente buen amigo), le roba todo el dinero que ella había juntado para la operación de su hijo Gene, y ella acaba matándolo con un arma. En la tercera coreografía, veremos al cadáver levantarse y cantar, bailar, bizarra y bien lograda secuencia.
En la siguiente coreografía, la cuarta, veremos plasmado el amor de Selma por la música y el baile. Selma, naturalmente, es enjuiciada por el crimen de Bill, y, sin esperanza, se realiza la quinta secuencia coreográfica en pleno juicio. Nefasto veredicto al que llega la corte: Selma es condenada a muerte. La sexta secuencia, sólo de baile, es hecha momentos o previos a la ejecución. Sin embargo, repentinamente la ejecución es aplazada, y se cambia de abogado defensor, pero esto fue hecho con el dinero de Selma para la operación de su hijo. En uno de los clímax dramáticos, Selma prefiere morir, pero morir sabiendo que su hijo será operado y podrá ver el mundo. La séptima secuencia es la marcha a la muerte, cuando Selma camina con sus carceleras rumbo a la sala donde será colgada. La octava secuencia es presentada con una Selma que siente que el irremediable final ha llegado, se horroriza por la oscuridad que lo poblará todo, su secuencia de canto es brutalmente interrumpida por la muerte, Selma es colgada sosteniendo entre sus manos el obsequio que le enviaba su hijo, las gafas que ella utilizaba.





Muy bien logrado el filme, muy buena la presentación estética, a esto contribuye innegablemente Björk, encargada directa a quien se le dio libertad para la concepción y elaboración de las coreografías. El filme está salpicado de reminiscencias del Dogma 95, estando muy fresca aún Idioterne, unas de las películas emblema de ese movimiento que realizó Von Trier y que lo convirtió en uno de sus referentes. Las reminiscencias mencionadas se aprecian principalmente en el uso de la cámara (en el Dogma 95 uno de los elementos del decálogo es filmar toda la película con la cámara en la mano), que le da un acabado con una especie de “aspecto artesanal” que nos hace parte del filme, la da cotidianeidad, cercanía, pero es eso, sólo una reminiscencia, pues acá el recurso está más acabado, más pulido y refinado que en su Dogma#2. Con ese efecto es que por secuencias “vemos” como ve Selma, vemos a través de sus ojos, de sus gafas. Las vistosas secuencias coreográficas son el punto de encuentro, el punto de amalgama, donde se fusionan los bailes, la fantasía, con el mundo real, con el Dogma. 





Björk aporta una sorprendentemente excelente actuación, pues su talento no es conocido en las artes histriónicas, sin embargo es éste un papel que no le exigió actuar, sino ser ella misma, la dulce pero sufrida inmigrante, a la que también se le juzga y acusa por el mero hecho de su procedencia, y de sus supuestas conexiones comunistas, anti-imperialistas, pues Von Trier también da una visión ácida y crítica de la sociedad yanqui, inevitablemente ya tenía el germen adentro, que después le haría producir su tercera trilogía, USA, de la que estamos esperando su tercera y definitiva película. Digo esto pues es una película que impregnó a Von Trier de esa cultura, le dejará una impronta de la que no se deshará, y que más bien le servirá de inspiración para la trilogía mencionada. En el final, nos quedamos como Selma, nos quedamos en la oscuridad, la umbría que la consumió completamente. Ella es la bailarina en la oscuridad, la bailarina que donó su vida por salvar a su hijo de ese horroroso mundo lóbrego al que ella fue condenada, su lúgubre universo viene a ser una representación del frío y cruel mundo en el que nosotros nos desenvolvemos, prejuicios, injusticias, discriminación, muerte. Definitivamente, el estilo de Von Trier evolucionó.




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