viernes, 30 de septiembre de 2011

Asuntos Privados en Lugares Públicos (2006) – Alain Resnais

Una de las últimas entregas del cineasta francés Resnais, y muy celebrada por cierto, galardonado como mejor director del 2006 con el León de Plata en el Festival de Venecia, asimismo fue reconocido como mejor película nacional para ese año. Están justificados los reconocimientos pues Resnais presenta una interesante película sobre relaciones humanas, sobre la constante lucha por vencer la soledad. Es una historia presentada en cierta clave cómica, pero con un drama de trasfondo, que puede llegar a conmover por momentos. La película, cuyo título original en francés es Coeurs (Corazones), está basada en la obra del dramaturgo Alan Ayckbourn, "Asuntos privados en lugares públicos", y de ahí adopta el titulo para países foráneos. Utiliza interesantes elementos narrativos que también sirven indivisiblemente como elementos expresivos, y ahí radica siempre un gran atractivo de lenguaje audiovisual en una película. Además, tiene ciertas escenografías la cinta, que crean un ambiente completamente distinto al resto de los escenarios, comunica diferentes sentimientos, y crea otra atmósfera. Es una película agradable, que puede parecer ligera a un vistazo somero y superficial, pero encierra hermosura, y un drama humano que a todos toca enfrentar en algún momento. Buena selección la del reparto de Resnais, con algunos actores que repiten su presencia de anteriores títulos del francés, y que definitivamente no desentonan en sus interpretaciones.




Nicole (Laura Morante), está buscando apartamento para ella y su novio, es el frío Paris, donde también nieva. El vendedor es Thierry (correcto André Dussollier), un hombre mayor que trabaja con Charlotte (muy buena actuación de Sabine Azéma), una aún atractiva mujer madura, con quien comparten tiempo y algunos buenos momentos. Nicole está comprometida con Dan (Lambert Wilson), un ex soldado retirado recientemente y que se refugia de su improductiva e insatisfactoria vida en el alcohol. El barman que se encarga de suministrarle tragos es Lionel (Pierre Arditi), quien trabaja de barman por las noches, y de día debe cuidar a su procaz padre, que le hace la vida imposible a sus cuidadoras, una de las cuales resulta ser Charlotte, una mujer madura y sufrida, sola, pero profundamente determinada y religiosa. Thierry vive con su hermana Gaelle (Isabelle Carré), viven solos, y también libran su particular lucha por combatir la soledad. El holgazán e inútil Dan no consigue trabajo, vive a expensas de Nicole, mientras Thierry continúa su singular relación laboral con Charlotte, que le hace llegar unos videos con programas grabados, pero que contienen censurables imágenes de sí misma, mientras se sigue sometiendo a los maltratos y humillaciones del anciano padre de Lionel. No soportando la tensión, Nicole echa a Dan, y Thierry continúa su divertido entretenimiento erótico con Charlotte, quien tiene un acercamiento a Lionel y sus vivencias de niñez. Dan trata de empezar de nuevo, y conoce a la atractiva Gaelle, quien diariamente sale sola, en busca de compañía. Nicole vuelve y trata de enmendar su relación con Dan, pero es algo insalvable. Tras “intimar” con el anciano padre, Charlotte, que tiene un gracioso desencuentro con Thierry, tiene un interesante acercamiento final con Lionel. Al final, los seis personajes acaban solos.





Atractiva la propuesta de Resnais, seis variopintos personajes combaten algo que desconoce de edades: la soledad, y es que los protagonistas, ya sean jóvenes, maduros o ancianos, están todos solos, detestan esa soledad, y tratan de remediarlo, aunque ese remedio no sea precisamente la mejor opción. Estos personajes, sin saberlo, tendrán constantes encuentros y desencuentros, se relacionan, se distancian, comparten sus historias, en un enredado y entramado tejido amoroso que Resnais desgrana y nos presenta refinadamente. Muy interesante el trabajo que hace al utilizar la nieve como elemento transitivo, que nos transporta de historia a historia, de personaje a personaje; el constante y repetido uso de la nieve, ese elemento gélido, crea un efecto que refuerza la soledad de los protagonistas, el distanciamiento, la frialdad de sus situaciones. Asimismo, la nieve es utilizada como recurso omnipresente incluso dentro de una casa, cuando hablan Charlotte y Lionel, trasciende escenarios y situaciones, no hay duda, es un elemento profundamente expresivo, la soledad es fría, es gris, es triste. En medio de todo esto, el único escenario distinto es el bar donde Lionel trabaja, donde Dan acude diariamente, donde se conoce con Gaelle, y donde Nicole da el último intento por salvar su relación. Interesante la caracterización visual de ese escenario que sirve a más de un personaje, es intenso, es chillón, es sicodélico y misterioso. A ese respecto, alguna crítica he leído que esa caracterización es interpretada como un estética feísta, y que sirve para cuestionar la estética global del filme, algo que no comparto, para nada. Notables también los trabajos que hace Resnais con la cámara, movimientos de exploración, la cámara se mueve, acompaña la narración, es un sello inconfundible e inevitable para Resnais, y es que la película está dotada de momentos innegables de escenificación teatral. En más de una ocasión, Resnais aprovecha ese planteamiento escénico, pero a la vez aprovecha los recursos propios del cine, como unos excelentes planos cenitales en determinado momento. En un final tan incierto como agridulce, todos terminan solos, pero en cierta forma, para bien o para mal, siempre podrán contar con algo: al final del día, saben que encontrarán lo mismo con lo que empezaron.


jueves, 29 de septiembre de 2011

Mi tío de América (1980) – Alain Resnais


Una de las producciones de un ya maduro Resnais, y ciertamente una de las más complejas de este titánico francés. Profundo estudio conductual el realizado por Resnais, en lo que por momentos parece un ensayo o proyecto de hipótesis sicológico sobre la naturaleza humana, los motores y estímulos que impulsan su accionar, en un muy interesante filme que llega a desnudar con precisión quirúrgica la naturaleza del hombre. Tal es el interés por documentar, explicar y fundamentar el estudio de Resnais, que hace un paralelo del hombre con unas ratas de laboratorio, Resnais reduce el hombre a un animal de laboratorio, disecciona el pensamiento, y llega hasta el comportamiento, sus causales, sus consecuencias también, todo materializado -para facilitar su estudio apoyado en una praxis común-, en las conductas de tres individuos, a quienes se va a estudiar de inicio a fin. El reparto actoral está a la altura del director, que combinando todos sus recursos, presenta esta cinta que produce una sensación de ser mucho más que una película, es un auténtico estudio de la conducta humana, para verse con mucha atención y, sobre todo, reflexionar.

        

Comienza la película, y a modo de collage vemos numerosas imágenes, oímos muchas voces de personas, conversan, planean el porvenir, se define una básica concepción: la elemental búsqueda de supervivencia. Así, audiovisualmente nos adentra en los backgrounds de los tres personajes estudiados. René Ragueneau, un empresario en ascenso, Janine Garnier, una actriz, y Jean Le Gall, un exitoso político, los tres, sus historias son revisadas desde el nacimiento, paralelamente y sin descanso, cada uno en su entorno, intelectualismo, burlas, hasta una isla alejada. Los tres van creciendo, y, una vez adultos, René (Gérard Depardieu), deja todo atrás y viaja a Paris para expandir sus horizontes; Janine (Nicole Garcia) escapa para siempre de casa y se inicia como actriz; Jean (Roger Pierre), se va forjando su camino en la política. René encuentra una dificultad cuando los dueños de su empresa desean fusionarla, lo cual le desagrada, pero debe asimilarlo y tratar diariamente con sus futuros socios. Mientras, el político Jean va teniendo éxito, se conoce y se relaciona sentimentalmente con Janine, quien después recibe la visita de la esposa de él, que le dice que está muriendo y desea recuperar a Jean. Así, el ejecutivo tiene dificultades laborales, la actriz y el político se separan, pero luego se reencuentran en una isla propiedad de él. En un punto crítico, René intenta suicidarse, quedando delicado después de su intento, mientras Janine y Jean no solucionan sus problemas. Finalmente, los tres atormentados personajes terminan en situación incierta. A lo largo de las tres historias, la narración científica en off nos hará alcances que nos darán completamente otra perspectiva con que mirar esos acontecimientos.




Lo más notable en  el filme es la estricta y marcada observación científica, racional, es un estudio clínico aplicado y demostrado en los tres protagonistas. La voz en off narra y postula los enunciados médicos, que a modo profético hablan de antemano el accionar de la naturaleza humana, sustenta las causas de ese comportamiento con la misma facilidad con la que predice el comportamiento de unas ratas de laboratorio, otros sujetos de prueba. Sin embargo la mencionada voz en off también sale de los propios protagonistas, enriqueciendo aún más este estudio, sintiendo el espectador que ingresa al mundo de los personajes. Veremos cómo las múltiples clasificaciones conductuales que hace la voz en off se materializan e ilustran a través de los comportamientos de los tres personajes. Interesante y llevado hasta lo cómico el paralelo que hace Resnais en su estudio científico de los humanos con las ratas, experimenta con el comportamiento animal, en un ejercicio similar al condicionamiento clásico de Pavlov, Skinner, entre otros renombres de la psicología. Ahí yace lo interesante del filme, la disciplina casi quirúrgica con la que se demuestra, se ilustra, a través de los actos de los personajes, las razones de sus conductas, y lo sencillo de la valía de básicos principios conductuales aplicables no sólo a ellos, sino a todos los humanos, y a los animales. En el aspecto técnico, si bien Resnais se ha alejado ya de la preciosista y abrumadoramente simétrica presentación estética de otros ejercicios cumbres, El Año pasado en Marienbad (1961) por ejemplo, conserva aún la belleza de la fotografía de su leal colaborador, Sacha Vierny. En el mismo plano, cierta frescura muestra en su técnica narrativa, intercalando las acciones del filme con breves secuencias de clásicos filmes franceses, sintiéndose esos breves segmentos como extensiones del relato actual, pues los movimientos o acciones de las viejas glorias actorales francesas que veremos en blanco y negro -principalmente el gran Jean Gabin-, muchas veces son en efecto extensiones de los movimientos propios, o incluso sentimientos de los personajes estudiados, es atractivo el recurso esgrimido por Resnais. El estudio, la estructura del filme se vuelve tan poderosa que hasta el propio científico, el Dr. Laborit, aparece como tal, revisando sus anaqueles, leyéndonos sus textos, hablándonos directamente de sus teorías, incontestablemente plasmadas en sus sujetos de estudio, tanto las ratas, como los humanos del filme; exquisito el recurso, que alcanza delirante nivel con los antropomorfizados roedores ejecutando muchas de las secuencias de la cinta. El elenco actoral, como se dijo, está a la altura del cineastaGérard Depardieu es un peso pesado entre los actores galos contemporáneos, tan cumplidor como se le conoce, Nicole Garcia y Roger Pierre, asimismo, no desentonan, se muestran ambos sólidos en sus tragicómicos papeles. Se termina de configurar una cinta distinta, seductora, que en su momento numerosos galardones obtuvo, Resanais continúa su particular evolución artística, un cineasta siempre digno de atención. En el final, mostrándonos imágenes de suburbios marginales, nos indica que quizás los problemas humanos no tienen mucha esperanza de cambiar o solucionarse, y probablemente es por nuestra propia naturaleza. Muy interesante película que debe verse con todos los sentidos. 


miércoles, 28 de septiembre de 2011

Stavisky (1974) – Alain Resnais

El inolvidable Alain Resnais presenta Stavisky, una de sus películas menos apreciadas. Si bien es cierto, la película no destila genialidad, no es ciertamente su mejor filme, pero termina siendo una propuesta más que aceptable. Es la historia de Serge Alexandre, alias Stavisky, un mítico estafador de la Francia de inicios de los años 30. La película es un acercamiento a su vida, sus experiencias, asimismo es un retrato de las estructuras políticas de esos años, y de las costumbres de su gente, la corrupción, el control que se ejerce convenientemente, pues muchos hombres de poder conocen a Stavisky y sus actividades, pero lo protegen. Resnais también enriquece la historia mostrando la estrecha relación de esta historia con la de León Trotsky, el revolucionario ruso que fue expulsado de su tierra, recibiendo asilo político en Francia. El filme rompe la narración lineal para presentarnos constantemente flashbacks de la vida de Stavisky, a través de los cuales sus conocidos irán narrando pasajes de la misma. Cuenta con un excelente y distinguido reparto, encabezado por Jean-Paul Belmondo en el papel principal, además de Anny Duperery como su esposa, François Périer, el gran Michael Lonsdale, Charles Boyer entre otros.

         


La acción comienza con Stavisky (Belmondo), que se codea con poderosos hombres de negocios, poderosos funcionarios, así como círculos de extrema derecha. Son sus inicios, aunque ya está bien relacionado, y conoce a su futura mujer, que inicialmente es cortejada por otro sujeto, pero él también entrará en escena. Dado su pomposo estilo de vida, los despilfarros y deudas lo acosan, pero él con habilidad, y muchas tretas, logra asimilar la situación, y a pesar de todo  prospera. Pero esto es un triunfo temporal, pues los problemas no desparecen, los despilfarros continúan, e incluso sus cercanos colaboradores se alarman. El área de acción de un sujeto como Stavisky es amplia, interviene en asuntos de milicia, y hasta tiene injerencias en la vida política de España. Las cosas se complican cuando un socio suyo es capturado, y no hay lugar para confianza en una situación así. Su mujer Arlette lo apoya lealmente, mientras se desata un largo proceso judicial en su contra, con numerosos interrogatorios, donde cada persona implicada va por su lado, respondiendo según su conveniencia. Tras una notable secuencia de “collage de escenas”, Stavisky es asesinado, pues su existencia no es positiva ni conveniente ya para los hombres del poder. Se hace creer a los medios que se trata de un suicidio, lo cual suscita escándalo, misterio, pero sus verdaderos camaradas saben lo que realmente sucedió. Resnais está ya alejado de sus ejercicios de mayor brillo, de máximo relumbrón, atrás quedaron El Año Pasado en Marienbad y su deslumbrante presentación audiovisual; ciertamente la presente cinta no está a esa altura, es otra su intencionalidad, la directriz es más documentalista, sin embargo, no deja de tener el perenne sello y dominio de Alain Resnais. Para los seguidores del francés, es un filme que se deberá ver al menos una vez.


        

martes, 27 de septiembre de 2011

El Año Pasado en Marienbad (1961) – Alain Resnais

Una película muy diferente a lo que uno está acostumbrado a ver normalmente, una película que sobresale y da un paso al frente entre lo común y corriente, una película de vanguardia. Este filme tardó más de la cuenta en ver la luz y ser estrenada, y la historia detrás de ese oculto problema es rica. Seis meses pasó en la oscuridad el filme, condenada inicialmente a no ser estrenada pues se consideraba una tomadura de pelo excesiva para el público. Increíble aserción al inicio; después de verla, entendible, pues el filme es un desafío total a todo convencionalismo, y las primeras proyecciones de que fue motivo fueron privadas, para personalidades de la talla del cineasta italiano Antonioni, y los literatos Sartre, y André Bretón. Finalmente se estrenó tras la buena acogida que tuvo en el Festival de Venecia, algo un tanto paradójico pues Francia e Italia no pasaban por el momento de mejores relaciones. El escritor Alain Robbe-Grillet fue uno de los más fervientes gestores de que este filme finalmente viera la luz. La película es una obra maestra, una pieza de arte total, de una narrativa tan original como descomunal, que rompe con todo lo que pueda estar establecido en lo que a actuaciones se refiere, expresión audiovisual sobresaliente, armónica, escenarios barrocos cuidadosamente elaborados, y un trabajo de cámara impecable que caracteriza a uno de los grandes maestros del montaje. Para resumir un poco, película estupenda, de obligado visionado que provocará un sentido deleite en el espectador correcto.



       


Esta película es una de esas muy pocas cintas en la que la trama puede ser tranquilamente dejada de lado, más aún, una de esas escasas películas que puede llegar a prescindir de la trama, y aun así su contenido, su expresión visual, es tan riquísima que compensaría la ausencia total de la primera. La afirmación anterior puede sonar descabellada para algunos puristas, pero igual de descabellada les resultaría a esos individuos esta película, que tiene en la poética visual del maestro Resnais una de sus piedras angulares. Dicho esto, comencemos con el desarrollo del filme, que se inicia con un aletargado viaje por barrocos rincones de una residencia, apreciaremos detalles finísimos y una perfección formal en las imágenes que no pararán hasta el final de la película. Una voz en off casi etérea acompaña el surreal viaje en que nos introduce la cámara, tiene lugar una obra teatral con diálogo entre un hombre y una mujer, es una situación poética y declamatoria, como lo es el filme entero. Los diálogos, comparados con la expresividad de las imágenes y los barrocos decorados, quizás puedan ser tomados por algunos como banales, y es que, como mencioné, por momentos la trama se olvida en función del espectáculo visual que se presencia. En una muy elegante y distinguida residencia, una reunión de chics tiene lugar, juegos de cartas, bailes, esmóquines, galantería.







La total inactividad que vemos la mayoría del tiempo en los personajes secundarios crea una atmósfera onírica y surreal, estos personajes acompañan estáticamente la narración, y en medio de esto se da lo que podría llamarse la trama principal: un hombre (Giorgio Albertazzi) encuentra a una mujer (Delphine Seyrig), y le dice que se conocieron hace un año en Marienbad, se amaron y ella le dijo que lo esperara un año para seguir con su idilio. Ella afirma no recordar nada de aquello. Sigue persuadiéndola, y en uno de sus encuentros la conduce por un hermoso e impactante jardín, cuya perfección es geométrica, Resnais cuida cada detalle de manera que cada imagen es como un pequeño, o inmenso poema. Los personajes, de los cuales jamás sabemos sus identidades, prescinden de nombres u otros ornamentos, son cosas innecesarias para la historia. En otro momento, el hombre conduce a la mujer, a través de su narración, a la habitación de ella, hermoso cuarto inmaculado, mientras la mujer todavía asegura no recordar nada de lo por él mencionado. Surge también otro personaje, otro hombre que aparentemente domina todo, y a todos (Sacha Pitoëff), y tiene una extraña relación con la dama. Avanza la cinta, la indecisión hace presa a la mujer, que poco a poco va aceptando y reconociendo que el suceso ocurrió hace un año en la locación mencionada, mientras el segundo hombre le exige explicaciones. Sorpresivamente, el segundo hombre le dispara a la mujer, pero esto queda atrapado en un escenario irreal, pues los escenarios parecen ser creados por el primer hombre, que narra todos los eventos. Finalmente, ella acepta recordarlo todo, acepta que todo sucedió, pero pide más tiempo; en el punto más álgido, ambos se van juntos, mientras el segundo hombre los observa alejarse, ahora su narración, el mundo creado por el primero, es la realidad.














El análisis estético y audiovisual del filme resulta tan amplio como descomunal lo es la presentación del mismo. Es realmente deliciosa la forma en que utiliza a los actores, su total inactividad, convierte a los personajes secundarios en vivientes e inmóviles partes del atrezzo, esa inactiva actuación de los actores de reparto se traduce en una presencia hierática, casi de escenografía, y refuerza una imagen impenetrable de ese mundo. Asimismo, el uso constante de las estatuas potencia el trabajo antes mencionado, una manera de eternizar el momento, de perpetuar esa delicada pero firme elegancia. Los numerosos elementos que conforman la distinguida escenografía incluyen, entre otros, barrocos corredores, espejos, elegantes arañas y candelabros, cortinas, y todo complementado con una poderosa música, penetrantes melodías de órgano, casi fatalistas, casi fúnebres, lo cual, sumado a lo anterior, termina generando una sensación de un barroquismo muy hermético. La manera en que se hacen prescindibles los nombres, la manera en que la trama puede ser dejada en un segundo plano en función de la hermosa estética y presentación audiovisual, nos plantea una película que claramente es mucho más poética que narrativa, más visual que lineal, y ahí radica gran parte de su hermosura, de lo descomunalmente atractiva que es, es un atractivo muchas veces oscuro, lóbrego, misterioso, onírico, solemne, y en ello apreciaremos unos poderosos claroscuros, y en los casos más sorprendentes, claroscuros utilizando a los actores... claroscuros usando humanos, soberbio.






Otro detalle destacable es que no sólo los interiores de la barroca residencia son impactantes, pues la belleza formal de la técnica de Resnais también se manifiesta en los exteriores, como en el hermoso e inmenso jardín, cuya simetría roza la perfección, una etérea armonía, todo reforzado por al constante y abrumador acompañamiento musical, presente en la mayor parte del filme, todo colabora para ese atrapante ambiente onírico. Otro detalle, infaltable en Resnais, es por supuesto, el excelente trabajo de cámara, la cámara recorriéndolo todo, una narración visual absoluta, siempre notable Resnais en ese aspecto, excelentes los “viajes guiados” de cámara en los que nos adentra uno de los especialistas en la materia. Otro detalle que mencionaré de su más que agradable presentación visual, es la capacidad creadora de imágenes de la que hace gala el realizador francés, la utilización de los espejos como elementos para multiplicar objetos, y  multiplicar las posibilidades de presentación de los mismos, es una fuente inagotable de poesía visual. Asimismo, la manera en que el director juega con la realidad nos atrapa, pues todos los escenarios prácticamente son elaborados por el primer hombre, él los recrea conforme va narrando los hechos, que a veces se traducen en las reminiscencias de la mujer. Las conversaciones que tienen, son conversaciones “multi ambientes”, pues cambian de escenario a cada segundo, la realidad se vuelve algo manipulable, y es manipulado por el hombre, quien es el que acaba generando el escenario final, su historia que ahora se vuelto real. Como mencioné, y como pienso que queda relativamente evidenciado luego del análisis que he esbozado, el filme es marcadamente mucho más poético que narrativo, es una delicia audiovisual, es un trabajo descomunal que atrapa de inicio a fin. Obra maestra, de lo mejor de Resnais, cinco estrellas. 


 

   



lunes, 26 de septiembre de 2011

Noche y niebla (1955) - Alain Resnais

Esta película fue una las inmediatas a la anteriormente comentada Guernica (1950), y aquí Resnais ciertamente marca un hito en presentación y documentación cinematográfica de lo que significó la barbarie y exterminio nazis en los campos de concentración. Una década después de toda esa pesadilla, Resnais presenta material inédito, rescatado, material visual incautado a las autoridades nazis, insertó esas imágenes en su trabajo, y presenta este durísimo mediometraje donde combina imágenes de archivo, fotografías de archivo, con indagaciones contemporáneas de la época, imágenes a color del cineasta adentrándose en las inmediaciones de los otrora campos de exterminio. El filme tiene momentos realmente crudos e impactantes, y más que un mero ejercicio de documentación o de informe de esos episodios históricos, invita a una profunda meditación y reflexión de hasta dónde es capaz de llegar la naturaleza humana y su enfermizo afán de destrucción. A esa finalidad aporta mucho Jean Cayrol, escritora reclutada por Resnais, sobreviviente de los campos de tortura, y que escribió una colección de poemas sobre lo sucedido, escritos que servirían de base para el guión.
        


La acción comienza a color, en las inmediaciones de los campos de concentración, unos terrenos que vistos ahora parecen comunes y corrientes, cincuenta años después de la barbarie. A continuación veremos unas imágenes de archivo, fotografías en blanco y negro del fuhrer mismo, de los nazis y de los transportes de cientos de prisioneros condenados. Las imágenes contemporáneas, a colores, son del equipo de Resnais ingresando a las instalaciones de esos antiguos centros, profundiza en ellos y nos informa hasta de la jerarquía de los oficiales nazis, se adentra hasta los barracones y camarotes que conformaban los días de los condenados a esa terrible experiencia, tendremos una idea algo más cercana de sus costumbres, su precaria alimentación, sus miedos, el terror, la muerte que lo impregnaba todo. Es realmente un devastador paseo por el horror de aquellos días, es un recorrido por los suplicios de los prisioneros, lo que vivieron, imágenes fuertes de desilusión y desolación, mientras aguardaban lo que ya sabían que les esperaba. Es muy a tener en cuenta su narración, que detalla, sobre todo para esa época, lo que los nazis hicieron con los cadáveres, hay imágenes ciertamente fuertes, ilustran aquellos días, y cuando, finalmente, se acaba la guerra y cae el nazismo, ninguno de los subalternos admite responsabilidad, simplemente atinan a decir “yo no soy el responsable”. Lo más escalofriante es que, en efecto, las imágenes acabo de definirlas como muy fuertes, empero, es evidente que las imágenes o fotografías realmente más pútridas, probablemente nunca verán la luz, y menos en una obra cinematográfica, al menos eso se piensa a priori.




Uno los mayores puntos fuertes del filme es el poderoso contraste que deliberadamente Resnais crea entre las imágenes antiguas de archivo y su blanco y negro, con las coloridas imágenes y grabaciones contemporáneas, grabaciones hechas exactamente en los mismos lugares donde, precisamente diez años atrás, las mas indecibles atrocidades contra la humanidad fueron hechas, en una suerte de bizarra y morbosa efemérides de los más tristemente célebres acontecimientos pasados.  Vale mencionar que a esto mucho colabora Sacha Vierny, en esta, la que representaría su primera película junto a Resnais, pues posteriormente este gran director de fotografía se convertiría en uno de los más frecuentes y reconocidos colaboradores del francés, y, años después, sería definido por el británico Peter Greenaway -el otro director con quien su frecuente colaboración le diera prestigio-, como “su más importante colaborador”, hecho que, conociendo la obra de Greenaway, y lo importante de su poderosa fotografía, hace entender la valía de Vierny, que también trabajaría con Luis Buñuel, entre otros. Siguiendo con el filme, es poderosa la imagen de lo que los prisioneros vivían e incluso veían, un enfoque de la vista hacia el exterior que tenían, el mundo exterior, a escasa distancia, pero aún así una lejanísima ilusión, la antigua realidad para ellos. La parte final del filme está cargada de las imágenes más impactantes, cerros de cabello, huesos apilados, cerros de cadáveres, montículos de cabezas humanas, parece una imagen pesadillesca de una carnicería de humanos. Tras el final correctamente seleccionado, donde los oficiales nazis evaden la responsabilidad, se llama a la profunda reflexión, ¿Quién es el responsable entonces de lo que sucedió ahí?, ¿es algo que realmente ya pasó, ya terminó?, ¿qué hacemos con todo lo sucedido? Cincuenta y cinco años después de todo lo presentado, ver este filme es algo escalofriante e inquietante, pensar cómo fue en 1955, en su estreno, apenas diez años después de la barbarie, ayuda a entender la grandeza del atrevimiento de Resnais, y por qué este mediometraje está considerado entre lo mejor del realizador.