Italia, los años de la terrible época asolada por Mussolini y el fascismo. No se puede actuar, pensar, hablar o siquiera vestir de manera que insinúe algo en contra de ese régimen. En este asfixiante ambiente se nos presenta a la intensa y apasionada protagonista, la indomable y mítica Claudia Cardinale, en un papel notable, indómita, explosiva, incontenible, la Cardinale es una masa de fuego incandescente, interpretando a una mujer anárquica que no concibe ser una simple ama de casa mientras el fascismo se esparce y oprime su nación. Gran trabajo del director Bolognini retratando a la Italia de esa época, la angustia, impotencia, opresión, subordinación, lucha y muchos matices que se vivieron durante esa difícil época. Este fue un año en el que el italiano haría más de una obra con estos tintes, en 1975 innegablemente su pensamiento político influencia su sentir artístico para plasmar este muy buen ejercicio de representación social de represión e intolerancia, los ásperos años del régimen de Benito Mussolini. Es probablemente el trabajo donde con mayor libertad retrata esa atmósfera de intolerancia, de represión, de encierro, donde una mente libertaria sencillamente se sofocará y morirá, pero morirá en su ley.
Comienza la historia con un hombre anarquista, atrincherado en su techo, lucha contra unos opresores, mientras su pequeña hija presencia todo, son días en que el fascismo está subiendo al poder, el duce alcanza la cima. Esa niña crece y se convierte en Líbera Valente (Cardinale), vestida de rojo, casada con un sumiso hombre, Matteo Zanoni (Bruno Cirino), un sastre que se subyuga al régimen reinante, no lo desafía, pero ella, incapaz de someterse, tiene constantes problemas con las autoridades, grita y protesta, y son expulsados de distintas ciudades una y otra vez. Van a visitar a su padre, al exilio de Ustica. Pese a lo diferentes que son, ama a su esposo, tienen dos hijos, y la familia es siempre hostigada por el fascista Franco Testa (Philippe Leroy), más aún cuando ella oculta a un camarada fugitivo que conoció en el exilio, Sandro Poggi (Bekim Fehmiu), con quien hay atracción, similar idiosincrasia y rebeldía, quien le presenta a ella a unos antifascistas. Pero Testa descubre su actividad, y es castigada con exilio de cinco años, los que va a cumplir junto a su padre, que la recibe orgulloso por ser condenada como un hombre. Pasa ahí su condena de un lustro, durante la cual Matteo, padre de sus hijos, va a verla, y se casan, pese a considerar Líbera y su padre el matrimonio como una ridícula convención burguesa. Finalmente se termina su condena y ella regresa con su familia.
De regreso, Testa continúa hostigándolos, y cierra su negocio, la sastrería. Pero el régimen fascista llega a su final, Mussolini cae del poder, Italia es libre de nuevo, o al menos eso parece que sucedería, aunque en realidad los enfrentamientos continúan, balaceras, bombas, fusilamientos en masa en plena calle, uno de los cuales es Poggi, y es que ahora los enemigos son los invasores nazis, mientras Líbera se sigue involucrando y participando en la resistencia. Los alemanes la aprenden, le piden información golpeándola, y la tienen prisionera. Matteo va a buscarla, y finalmente la ocupación termina. Con los fascistas y los nazis fuera, la mujer se siente satisfecha del porvenir que ella piensa les espera a sí misma y a los suyos, hasta que, buscando una mejor casa, encuentra a Testa detrás de un escritorio, con un cargo dentro del nuevo gobierno. Sorprendida, indignada, incapaz de tolerar esto, protesta contra esta arbitrariedad ante sus camaradas revolucionarios, los mismos que la apoyaron en la anterior lucha, para darse con la sorpresa de que ellos consienten y aprobaron la colocación de ese fascista en un puesto de la Italia en reconstrucción. La Cardinale se siente abandonada, burlada, impotente, y al regresar a casa, es acribillada a balazos, Líbera muere.
La Cardinale desborda pasión en el filme, logra muy bien su papel, intensa mujer casada con un hombre que sufrirá las consecuencias del carácter fuertemente anárquico (o anarquista, como ella reiteradamente se autodefine) y revolucionario de su mujer, Líbera Valente, libertad y valentía, siempre rebelde, siempre vestida de rojo. La inolvidable actriz italiana nos convence del intenso sentir revolucionario de su personaje, hija de anarquista, de su incontenible impulso liberador, nos sirve de retrato de la Italia inconforme de esos años, que lucha contra los opresores, que no se limitaa solamente agachar la cabeza. Es un buen ejercicio de cine anarquista, que colindaría en otra época con cierta censura, pero ahora es una joyita histórica y documental, que puede servir para su proyección a futuras generaciones revolucionarias, para enseñar que la búsqueda de reivindicaciones es una lucha de nunca acabar, es una batalla solamente de valientes que están dispuestos a luchar con una constante amenaza de muerte en pro de la libertad. Excelente Bolognini en la que quizás sea su obra de mayor libertad de expresión política, donde plasma sin tapujos sus pareceres y sentires, y que a la vez es sin duda uno de los mejores trabajos de esta mítica actriz, Claudia Cardinale, que con actuaciones como ésta deja claro su intensidad, y con esa intensidad justifica porqué está considerada en el Olimpo de las actrices europeas.
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