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jueves, 28 de febrero de 2013

La carreta fantasma (1921) - Victor Sjöström



Cumbre trabajo de uno de los directores de cine más emblemáticos, inolvidables y profundos que la etapa clásica de este arte en territorio europeo ha sabido alguna vez producir. Victor Sjöström, prodigioso pionero audiovisual y narrativo, hábil en la creación y utilización de artificios audiovisuales,  tiene en este filme muy probablemente lo que es su mayor aporte al arte cinematográfico.  El gran maestro del cine mudo sueco se basa en el relato homónimo de Selma Lagerlöf para adaptar y llevar a la pantalla grande esta oscura y metafísica historia, muy acorde al contexto histórico y geográfico en el que le tocó desarrollarse. Es esta la historia de  una antigua creencia nórdica, según la cual, si alguien fenece en la noche de año nuevo, deberá someterse al castigo de conducir durante un año entero la carreta del título, una fantasmal carreta en la que transportará las almas de desgraciados pecadores muertos. El personaje que se encargará de tomar la posta en el sórdido ejercicio, interpretado por cierto por el propio maestro Sjöström, es un individuo ruin, alguien que esparce la miseria, el sufrimiento, aún entre sus seres más queridos, característica que lo hace idóneo para la labor, si bien el genuino arrepentimiento y ganas de mejorar le abrirán las puertas de una final redención, de una absolución plena. Soberbio ejercicio, rebosante de nuevas técnicas e innovaciones exquisitas que abarcan multiplicidad de planos, desde lo narrativo, hasta lo expresivo, y lo visual, lo visual, el elemento con el que su filme se vuelve imperecedero,  indeleble. Inmortal trabajo del maestro Sjöström, involúcrase con su arte el cineasta en todos los planos, dirige un filme mítico, de culto, que se convertiría con el pasar de los años,  como suele pasarle a las obras magnas, en trabajo referencial para posteriores genios del séptimo arte. Rodada en exquisito blanco y negro, dotada de una expresividad irrepetible, es uno de los trabajos ineludibles del cine arte, del gran cine clásico danés y europeo.


      


Tras mostrarse la clásica insignia de la SF, un texto nos informa de una monja del ejército de salvación que padece una ardua enfermedad, agoniza, y ha ido a refugiarse a la casa de su madre. En su padecimiento, la monja, Edit (Astrid Holm), solicita con insistencia la presencia de un personaje, David Holm, algo a lo que su madre se opone. No es una noche cualquiera, es la noche de Año Nuevo, y pese a la negativa de la progenitora, buscan a Holm, no encontrándolo, y es que el sujeto se encuentra con otros dos individuos, bebiendo en un cementerio. Holm (Sjöström) narra entonces una historia, un camarada suyo, Georges (Tore Svennberg), contaba que si alguien moría la noche de año nuevo, siendo pecador, su castigo seria conducir una fantasmal carreta y transportar desgraciadas almas al infierno. Curiosamente, el sujeto termina muriendo esa misma noche. Una pelea se desata entre los tres libadores, siendo Holm herido mortalmente y recibiendo la metafísica visita de su camarada, es Georges, que maneja la carreta, y que viene a transferirle ahora la sórdida labor. El alma de un abatido Holm presencia las oscuras actividades de su antiguo amigo, mientras, paralelamente, Edit, en su lecho de muerte, continúa persistentemente pidiendo la presencia de Holm. El horrorizado pecador va entendiendo lo que le espera, es un castigo necesario, pues Georges le va haciendo rememorar sus ruines acciones en vida, haciendo padecer no sólo a su esposa e hijos, que lo abandonaron, sino también causando mucho daño a su joven hermano.





Continúa el flashback, recuerda asimismo cómo llegó al hospedaje de las monjas de Salvación, fue el primer huésped de Edit, que lo ayudó, pero David se comportó como un patán, maltratando a la monja, e incluso infectándola del virus que en el presente está terminando con su vida; pero ella, empero, le dijo esperaba verlo en la próxima noche última del año. Sus pecados son muchos, y su castigo, necesario, recuerda cómo buscaba a su esposa (Hilda Borgström) e hijos, quería vengar su humillante abandono. El atormentado Holm acompaña al saliente conductor, en algunos de sus trabajos, transportando almas, desplazándose incluso por el mar la fantasmagórica carreta. David no desea realizar esas funciones, pero Georges le hace ver que tuvo muchas oportunidades, tuvo cosas hermosas, y lo arruinó todo, ahora la espera un nuevo y más intenso castigo. Le llega la hora a Edit, y Georges muestra su espectral presencia, va a buscarla, pero la abnegada monja le pide encarecidamente que le de unas últimas horas de vida, le suplica le otorgue un último suspiro, pues le es necesario ver al hombre que ama, le es necesario ver a David Holm, quien, metafísicamente presente, está también en la escena, y logra apersonarse, ella lo ve, tienen un final suspiro juntos, y ella fenece. David es otro ya, materializado de nuevo como humano, quiere redimirse, va con su mujer, consigue salvar a sus vástagos de su mujer, que, pretendía envenenarlos, víctima de la desesperación. Tras intensa confesión y llanto, Holm quiere cambiar, su mujer le cree, lo apoyará, se quedan juntos, juntos en el mundo terrenal, y dispuestos a madurar sus almas antes que Dios las recoja.




Finalizado un rápido repaso por los eventos del filme, abordemos ahora el análisis por apartados debidamente diferenciados:


NARRATIVA

El primer tema por el que el presente filme se convierte en severa joya cinematográfica viene a ser la forma en que el cineasta juega y reestructura su armazón narrativa, es de esta forma que asistiremos a una suerte de narrativa inversa, es decir, los flashbacks nos irán descubriendo las razones de los sucesos. No asistimos a un convencional desarrollo causa-efecto, sino lo inverso, un efecto-causa, los flashbacks nos mostrarán con mayor profundidad lo sucedido, flashbacks apuntalados por textos, abriendo paso a otros apartados temporales. Las elipsis se concatenarán, los fundidos también, prolongando la narración, y generando eslabones que, como se ha dicho, se van sucediendo a la inversa, conoceremos primero las consecuencias, para ir luego adentrándonos las causas, generando esto un efecto singular en el espectador, que por momentos se siente desafiado a entender lo que sucede, esos flashbacks tendrán finalmente las inequívocas respuestas que buscamos. Este memorable recurso casi obliga a que el espectador se involucre, hace casi ineludible que el espectador debidamente comprometido con esta joya, se implique, se esfuerce en entender una historia que se va presenciando en opuesta dirección a lo convencional. El fanático, apreciador y admirador de esta cinta, y de su creador, entonces tendrá la labor de realizar casi un doble análisis, análisis paralelos, como los planos de la historia, y además se sentirá poderosamente seducido a llevar a cabo los repetidos visionados del filme, descubriendo, como es usual, nuevos y fascinantes detalles en cada visionado, comprendiendo más las acciones, y fundiéndose a la vez el espectador con el trabajo. Interesante labor pues la que le espera al individuo que se aventura a presenciar el filme, dos dualidades de planos confluyen en el filme, pasado y presente se amalgamarán, realidad y metafísica también, dos bifaces corrientes que el espectador deberá saber mentalmente analizar, para posteriormente sintetizar en un final conclusión y entendimiento. Si bien no pionero o absoluto iniciador del exquisito recurso, sabe Sjöström extraer oro de su uso, generando toda la seducción y desafío en el interior de un espectador y cinéfilo debidamente comprometido con esta obra de arte.









AMBIENTACION / EXPRESIVIDAD

Otro apartado a resaltar viene a ser la concepción de los escenarios, empezando por los encuadres, que descansan en las sólidas y sobrias composiciones, que abarcan personajes, locaciones, y también las sombras, además de las luces y sus contrastes. Se  generan enfoques específicos a determinados detalles, para después liberar el foco de atención a la escena toda, se sienten ahí ciertas influencias de Griffith, naturalmente, su innegable herencia, pero fundida con el sello personal europeo del sueco. Así, los encuadres del nórdico cineasta sabrán reforzar lo que transmiten las situaciones, además de complementarse con específicas concepciones de cada escena, dotando a las secuencias de un tibio halo teatral. La metafísica aventura, salvo ciertos momentos de necesario desenfreno y emoción, va fluyendo con una serena pero tensa sencillez, al margen de la singular estructura narrativa ya comentada, todo se desarrolla con parsimonia, con laxitud en algunos casos, posándose sutilmente la cámara sobre los protagonistas, y prolongando por breves segundos la acción, generando esto una apreciable y mayor solemnidad en los sucesos que, de nuevo, desembocan en una sutil y agradable atmósfera teatral. Profundizando en el plano de ambientación del filme, y de expresividad, que van de la mano, se puede añadir en ese sentido que hay algo en lo que, si bien no es innovador, no es pionero Sjöström, sí es algo en lo que manifiesta su dominio, su directriz, dotando a cada escenario de una luminosidad característica, propia, de una propia y envolvente personalidad, que se amalgama con la representada locación, ya sea interior, o exterior. Así, observaremos un gélido, intenso y denso azul para los exteriores, para las calles, pero, sobre todo y más importante, para las secuencias corazón del filme, las secuencias por las que el filme entra en un selecto grupo atemporal cinematográfico, arte puro, arte innovador. Me refiero por supuesto a las secuencias metafísicas, las secuencias en que las almas abandonan las inertes masas de carne humanas, el frío azul hospeda las metafísicas representaciones de las almas, de los desgraciados condenados a conducir la carreta, y de los transportados. De esta forma, el propio David Holm interactúa con el saliente conductor, y el azul alcanzará la máxima  intensidad entonces, la atmósfera de la gelidez, del desamparo, de la falta de vida, de la distancia insalvable de un mundo fantasmagórico, ese azul lo invade todo, simbólico azul reservado para los exteriores, pero, sobre todo, para los entes no vivientes, los fantasmas y las bizarras circunstancias que a ellos puedan atañer.

miércoles, 27 de febrero de 2013

El viento (1928) - Victor Sjöström


Cine del mejor, cine de los albores, una pieza de arte de cuando el cine era sólo imágenes, la palabra era por entonces relegada a un segundo plano en favor del elemento, de la unidad visual como fuente narrativa, expresiva, y, más tarde, estética. Fines de la década de los veinte del siglo pasado, el clásico cine, el cine mudo, está llegando a su crepúsculo, una edad completa llega a su ocaso, el sonido irrumpirá para elevar en ciertos aspectos a este arte, y, en otros, para iniciar el comienzo de un fin. De cualquier forma, tenemos en esta oportunidad, el gusto de analizar un filme excepcional, no en vano de privilegiada posición en este blog, filme magnifico de un cineasta magnífico, formidable obra de arte de un director formidable. Victor Sjöström, una de las mayores luminarias del cine, para 1928 tenía ya una tan surtida como envidiable trayectoria, descollante ícono del cine mudo, participa ineludiblemente en los últimos pasos de este estadio, y es que su carrera propiamente, plena y madura ya, se acercaba también a su particular desenlace. Singular filme el que comentamos, el sueco prodigioso se embarca a dirigir un filme yanqui, al mando de una empresa yanqui, que entonces era una auténtica fábrica de sueños, una fábrica de arte. El nórdico nos adentra en el mundo del aparentemente ficticio pueblo de Agua Dulce, Sweet Water, lugar incesantemente azotado por un salvaje viento del norte, al que arriba una mujer procedente de Virginia, que escapa de un amor fracasado, y de sus propios demonios internos. Va a visitar a un primo suyo, pero la mujer de éste le hará la vida imposible, al punto de tener que aceptar un matrimonio para no quedarse sin refugio, con un esposo al que no se entrega físicamente. Pero al ser casi ultrajada, ella descubre el amor real de su esposo, y asimismo aflora un genuino amor por éste. Todo un clásico del cine mudo, que, por si fuera poco, está protagonizado por la inolvidable musa, la diosa del cine silente, Lillian Gish.

        



La acción comienza, un tren se moviliza por tierras que son víctimas de fuertes vientos, y la arenas que éstos mueven; en el tren, se encuentra la bella y joven Letty (Gish), que pronto es abordada por Whit Roddy (Montagu Love), un ganadero local. Ella le confiesa que viene de Virginia, se dirige al pueblo de Agua Dulce, a visitar el rancho de un primo suyo. Roddy le habla de los terribles vientos que azotan la localidad, pero ella dice no temer, y poco después arriban al pueblo; Lige Hightower (Lars Hanson), un vecino de su primo, es quien la recoge. Viajan en carreta, por el árido territorio pleno de viento, arena, y caballos, y Lige le cuenta a Letty de la creencia de los indios Enjuns, de que un salvaje caballo fantasma habitaba en esos temibles vientos del norte. Finalmente llegan pues al rancho de Beverly (Edward Earle), su primo, que vive junto a su esposa Cora (Dorothy Cumming), y sus pequeños hijos. Mientras observan por la ventana los indomables vientos, los niños van cogiéndole cariño a su tía, a la par que Cora se siente celosa, se muestra huraña. Letty prontamente se hace conocida en el rancho, en una celebración, no pocos pretendientes le surgen, incluido el propio Roddy, que sigue cortejándola, esto genera celos en Cora. Pero luego Letty se entera que este personaje está casado y tiene hijos, Cora no soporta lo deseada que es su prima, la obliga a elegir entre dos pretendientes, la acusa de desear a Beverly, y le dice que no vivirá más en su mismo techo.





Y el elegido resulta siendo Lige, hombre al que la atemorizada Letty no desea ciertamente, y no se entrega a él, generando impotencia en su nuevo esposo, que intenta forzarle, engendrando miedo y odio por parte de la jovencita. Un decepcionado Lige dice no la tocará más, se centra en su trabajo, y en una tarde con mucho viento, parte a capturar equinos con otros ganaderos, y, tras haber intentado llevar consigo Lige a su atemorizada esposa, tiene que dejarla en el rancho, sola, y amedrentada por el inmisericorde viento del norte, que desata toda su furia. Poco después, regresa Lige al rancho, pero con una novedad, se trata de Roddy, herido durante la travesía de los caballos, que deberá quedarse a recuperarse de unas heridas en el rancho a solas con Letty, hecho que incomoda a la desconfiada mujer. Es así que pese a sus protestas, Letty se queda sola con el supuestamente herido Roddy, que poco a poco intenta inquietarla. Paralelamente, el viento del norte y toda su incesante brutalidad se desata, y Roddy intenta ya directamente violentarla, ultrajarla. Letty,  habiendo evitado el abuso, liquida a su agresor con la propia arma de éste, y luego, afuera del rancho, pretende enterrar el cuerpo, sólo para que el viento lo desentierre. Al volver Lige, se entera de lo sucedido, se lamenta por lo que pasa la pobre Letty, y le dice que pronto tendrá dinero para enviarla lejos de ahí, pero su esposa ahora lo ama, quiere quedarse con él, trabajar juntos, cuidarlo y amarlo, y en efecto, se quedan, unidos los dos.






Filme que puede verse desde un plano físico, pero también desde otro metafísico, algo muy propio del cineasta sueco, maestro del cine sin palabras, del cine de las imágenes. Esto no tardará en plasmarse, desde el inicial texto, que nos habla de lo que presenciaremos, la lucha del hombre, el frágil hombre, frágil pero implacable cuando invade territorio de la naturaleza, nos afirma que ésa será la historia de una singular fémina, ella será la representación viviente de esa lucha del humano contra la indómita naturaleza. Y es que presenciaremos, por una parte, los meros sucesos pragmáticos, una mujer que huye de su pasado y experimentará singular aventura en una tierra azotada por vientos, encontrando el amor que le posibilitará dejar al fin atrás todo; pero desde otro plano, veremos la lucha personal, la lucha humana interior de una mujer contra sus particulares demonios, la lucha por vencer los invencibles molinos de viento, y es que finalmente, ningún obstáculo es insorteable. El carácter de ella pronto se irá delineando, ella viene huyendo, huyendo de su pasado, de sus errores en él contenidos, ella se esmera en intentar proyectar una artificial fortaleza, afirmando no temer al viento, cuando en realidad es una sempiterna presencia que la atormentará y no dejará que su terror se diluya. En este sentido, es de recalcar cómo la historia, al poseer pocos personajes, se especializa en diseccionar y mostrar con mayor profundidad a estos protagonistas, se estrecha el cerco de los elementos que los contienen, vamos viendo sus complejidades, personajes aparentemente sencillos, sin mayor profundidad, van dejando entrever sus particulares e interiores conflictos. Y por supuesto, la protagonista principal es Letty, ella va deslizando su primer conflicto, pretendiendo no temer a algo que en realidad la aterra sobremanera, viene desde ya sosteniendo particular lucha interior, hay complejas fisuras que recorren la mentalidad de nuestros personajes, que nos van haciendo empatizar con ellos, el receptáculo es una inocua mujer que encontrará la forma de salir adelante.

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