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miércoles, 9 de mayo de 2012

Hombre (1967) - Martin Ritt


El neoyorkino Martin Ritt, probablemente el director que mejor conoció al buen Paul Newman, nos entrega un nuevo capítulo en la colaboración de ambos yanquis, en este ejercicio, que si bien no es el más brillante de todos los que realizaron, logra alcanzar un decente nivel. Newman protagoniza la historia de John Russell, más conocido como Hombre, un hombre blanco en la Arizona de 1880, que fue criado por indios apaches, y que ha adoptado mucho de su forma de ser, de su espíritu, y que de pronto, es llamado a que regrese a su mundo, al que los blancos llaman el mundo civilizado, pues también ha recibido una gran herencia; sin embargo, el así llamado mundo de la civilización no hace más que engendrar la destrucción de Hombre. Un ya maduro Newman entrega una interpretación aceptable, estando acompañado por Diane Cilento, Martin Balsam, y Richard Boone, entre otros, para configurar una cinta de cine yanqui comercial, que si bien no es brillante, cumple con su cometido de entretener, con cierta dosis de romance, pero mayormente con una tonalidad dramática, y con un desenlace fatal, en la que probablemente lo más llamativo sea ver una nueva colaboración de la extensa producción de la dupla Newman-Ritt, que soberbios ejercicios supieron dar al gran público en su momento, y es que el neoyorkino conoció como nadie al emblemático actor.

       


En las áridas tierras de Arizona, aparece un joven yanqui, Billy Lee Blake (Peter Lazer), que busca a John Russell, Hombre, lo busca por unos caballos. Tras negociar brevemente, Hombre va con otro personaje, Henry Mendez (Balsam), que le informa que un hombre allegado a él ha fenecido, dejándole en herencia una casa de considerable valor, le dice que regrese con los suyos, al mundo de los blancos. Poco después, Russell se involucra en una pelea en el bar donde estaba, por defender a unos indios apaches de unos blancos que los hostigaban. En la susodicha casa, que sirve de posada, habitan tanto Billy como la mujer que atiende, la madura pero aún atractiva Jessie (Cilento), que se quiere desposar con el sheriff del condado, pero es rechazada por éste. Al llegar Hombre, que se ha cortado el cabello, su intención es vender la posada, intención no muy bien recibida. Hombre emprende un viaje para materializar sus objetivos, y el único carruaje disponible lo hace tener que compartir la travesía, entre otros, con el doctor Alex Favor (Fredric March), y su esposa Audra (Barbara Rush). Uno de los pasajeros en el carruaje es Cicero Grimes (Boone), un patán que se divierte hostigando a las mujeres, tanto a Jessie como a la provocadora Audra.




Repentinamente, son asaltados por unos bandidos, encabezados por el propio sheriff, Frank Braden (Cameron Mitchell), que ha dejado el cargo, pero Hombre se enfrenta a los asaltantes, eliminando a Braden y a varios de sus colaboradores. Siguen avanzando, a pie ahora, con Mendez y Billy, y los demás individuos, que necesitan que les muestre el camino, están desorientados mientras temen un contraataque de los bandidos, que buscan el jugoso botín, mucho dinero. Y efectivamente, los facinerosos contraatacan, pero Hombre, siempre llevando la batuta del grupo, consigue defender a los pasajeros, van refugiándose en las montañas. En el refugio, Jessie comienza a sentirse intrigada e interesada por la fría personalidad de Hombre; siguen avanzando, caminando, evaden un grupo de indios apaches, pero el despreciable Grimes, que se unió a los asaltantes, ha raptado a la señora Favor, la tiene de rehén. Se desata un intenso tiroteo, los pasajeros sobrevivientes se refugian en una casa abandonada, desde la que negocian con Grimes, que sigue teniendo en Audra su principal baza de negociación. Finalmente, Hombre cede, se arriesga por la mujer, y tras un tiroteo, elimina al bandido, pero termina siendo también liquidado.




Culmina así Ritt su filme, un filme que guarda cierto grado de interés, ambientado en la zona norteamericana de Arizona del siglo XIX, es 1880, son tiempos violentos, los malos entendidos se arreglan con armas, duelos, la ley del más fuerte es la que se impone en esas tierras de nadie, donde hasta el propio sheriff se termina convirtiendo en amenaza, se vuelve un bandido más. En esa tierras es que surge la figura de Hombre, un blanco que fue criado por los indios Apaches, y posteriormente por un blanco, pero en determinado momento, Hombre prefirió el apartamiento y tranquilidad de la vida de Apache, y es que absorbió mucha de su personalidad, frío, taciturno, parsimonioso en su proceder, silencioso, como si todo el tiempo estuviera calculando la situación. Adquirió sus maneras, lacónico, no debe nada a nadie, no se inmuta por nadie, es un personaje de perfil bajo, y con ese perfil es que despierta el interés de la atractiva mujer madura Jessie, una atracción que no podrá consumarse. Un Newman ya maduro y ducho sabe entregar una serena y correcta actuación, y tiene en Ritt a un personaje que lo conoce bien, y que sabe mover los hilos detrás de las cámaras. Es una suerte de western, sencilla historia, sin demasiadas emociones, es un desarrollo más bien tranquilo. Finalmente, al buen John Russell, Hombre, al hombre que vivía tranquilo en su alejamiento, se le pide que vuelva al mundo de los suyos, los supuestamente suyos, con la civilización, pero ese supuestamente civilizado mundo en realidad significa la violencia y salvajismo, que termina desembocando en la muerte de Hombre, que finalmente no pudo volver, no volvió a un lugar al que no valía la pena volver. Ritt realiza una cinta aceptable, no atractiva en demasía, pero que termina teniendo aprobado, que algún fanático de Paul Newman no se perderá, y poder verlo unos minutos con un look de indio Apache de ojos azules.





jueves, 19 de abril de 2012

Hud (1963) - Martin Ritt


Martin Ritt, director que conocía ya para 1951 al buen Paul Newman, que había trabajado previamente con el actor, entre otras, en El largo y cálido verano, en esta oportunidad lo dirige en lo que sería uno de los papales más memorables del gran Newman, de lejos, situado entre los mejores, en el podio del gran actor yanqui. Uno de sus personajes más complejos, entrañables, atractivos o repulsivos de acuerdo al paladar que lo aprecie, pero, en definitiva, también uno de los más inolvidables e imperecederos. Es la historia de una familia yanqui de rancheros, en la que Hud, hijo menor del patriarca del rancho, es un irresponsable, un vividor, borracho y salvaje, que tiene una insalvable enemistad con su padre, y todo se verá agravado seriamente cuando una enfermedad afecte al ganado vacuno de la familia, poniendo en jaque todo lo que tienen, y la actitud de Hud será la menos adecuada en semejantes situaciones. La cinta recibió tres de los por entonces premios codiciados y respetables, los Premios de la Academia, y es que ciertamente está la película poderosamente enriquecida por las cualidades y atributos actorales de todos sus intérpretes principales, todos, yendo desde Melvyn Douglas, como el patriarca de la familia Bannon, Patricia Neal, como el ama de llaves de la casa, ambos oscarizados justificadamente por sus papeles, además del ya mencionado y sensacional Newman, nominado también pero que no pudo llevarse el Oscar, y complementado con un joven y correcto Brandon De Wilde, todos contribuyen a esta excelente cinta.

      



Inicia la acción en un rancho en tierras yanquis, el rancho Bannon, en el que habitan Homer Bannon, patriarca de la familia, su hijo Hud, el sobrino de éste, Lonnie (De Wilde), y el ama de llaves, Alma Brown. Allí, Hud se desenvuelve como un fresco individuo, mangoneando a Alma (Neal), ordenándole que lave sus camisas, y ella disfruta con su actitud. Hud ha tenido un gran desacuerdo con su padre, ambos están fuertemente enemistados, pero lo contrario es con Lon, con quien salen en auto, Hud al bar, y manda al chico a beber refrescos, su sobrino lo admira. Repentinamente, en la granja, fenece un novillo, el veterinario les informa que se puede tratar de lo peor, fiebre aftosa. Ante la muy probable ruina, Hud dice a su padre que venda a los animales a los vecinos antes que enfermen, aún estando infectados, con lo que Homer se indigna mucho, pero Hud le dice que igual todo está podrido. El abuelo Homer y Lon van al cine, tras lo cual, comiendo en un restaurante, encuentran a Hud con la mujer de un hombre del pueblo. Paralelamente, siempre Hud está flirteando y cortejando a Alma, que se deja cortejar.




La granja es puesta en cuarentena, Hud compite en un concurso de atrapar cerdos, singular actividad del pueblo, gana la competencia, y es observado por su padre y Lon casi con beneplácito, tras lo cual va a un bar con Lon. Beben, se emborrachan, se enfrascan en una pelea, Lon está encantado con su tío, quien le dice al joven que le rememora a su padre, su hermano Norman, que murió en un accidente en auto tras una juerga, con Hud. Al llegar, ebrios, el abuelo habla con dureza a Hud, está harto de él, de su dejadez y despreocupación, le dice que estuvo harto de él aún antes de la muerte de su hermano, y, a Hud, todo le importa un bledo. Tiene un plan el salvaje hijo, quiere hacer una treta legal, jubilar legamente a su padre, y tomar las riendas del rancho, cosa que Homer no está dispuesto a permitir. Aparece el veterinario, lo peor se confirma, fiebre aftosa, el ganado debe ser desaparecido, cosa que se hace con pesar del patriarca. Alma se va de la casa, hay pesar por ello, y ya solos, Lon y Hud encuentran al abuelo mal, se cayó de un caballo; cansado y enfermo, fenece. Finalmente, Lon se va de la casa, afectado, a seguir su propio camino, deja solo a Hud.




Basado en la novela Horseman, Pass By de Larry McMurtry, es intenso el drama de Ritt, que va alcanzando mayores niveles de complejidad conforme avanza, conforme nos adentramos más en la entramada y enmarañada historia del clan Bannon, donde bizarras historias verán la luz, y no serán descubrimientos solo para el espectador, sino para los propios protagonistas. Es el vívido drama de una familia, cuyo patriarca ha vivido su vida entera haciendo lo único que sabe hacer, manejar su rancho, y, de pronto, toda una vida se resquebraja, como su propia familia, el negocio del clan está bajo seria e ineludible amenaza. Su fuente de recursos, su fuente de vida, el ganado, debe ser sacrificado. Desolación, desesperanza, dureza y crudeza de una situación irreversible, son malos tiempos, y, sumados a un irreverente e inescrupuloso hijo, un sujeto que saca de sus casillas a su progenitor, terminará por quebrantar el espíritu de éste, que termina por perder completamente sus ganas de vivir, cansado y gastado, su organismo pide un necesario alto; y su espíritu desea ya ese alto. El infeliz y atormentado anciano fenece suspirando, la vida se escabulle de su cuerpo con ese suspiro. Y una de las grandes causas de esa derrota, junto con las desgracias de la granja, es, por supuesto, Hud, el despreocupado e irresponsable sujeto, causante de la muerte de su hermano, y, a la postre, de la de su padre, es fresco, petulante, gustoso del trago, y las mujeres, inicialmente no sabemos exactamente qué hizo para enemistarse a grado tal con su padre, pero luego vamos descubriendo su oscura personalidad.




Es un inescrupuloso sujeto, tiene una ausencia total de principios, falta plena de ética, es, increíblemente, la exacta cara opuesta de su padre, es todo lo que éste no es, lo cual desquicia a su progenitor, que, significativamente afirma que no se explica cómo una persona así terminó siendo su hijo. Es un granuja, es patanesco, mujeriego, alcohólico, es indomable y salvaje, sigue sin meditar sus más básicos instintos, impetuoso, por momentos animalesco, con su virilidad, despierta la atracción en casi cualquier fémina, y la admiración de los jóvenes, como Lon, que inicialmente lo idolatra como a una suerte de héroe, pero que, luego de alcanzar ver su real y despreciable cara, ruin personaje, sus acciones terminan por apagar la vida del abuelo, y tras eso, Lon madura, se vuelve un hombre, abre los ojos y no ve ya sólo al bebedor y mujeriego indomable, sino a un infeliz canalla que no siente remordimientos de nada, que vive solo para si mismo, y lo abandona. Es el personaje más seductor de Newman, al que se conoce como un especialista en este tipo de personajes, personajes turbulentos, pero, personajes que no demostraban ruindad en su fibra más profunda, como sí lo hace Hud. Y Newman configura una caracterización remarcable y memorable, un personaje bifaz, dual, con esa cáscara que resulta irresistible a mujeres y a jóvenes, pero también la otra cara, la más fidedigna, una persona a quien, como dice él mismo, nada le importa un bledo, una persona que afirma que todo está podrido, pero, el único y más podrido que nadie, es él mismo.






Newman se las ingenia para hacer una encarnación repleta de intensidad, muy rica, con halos de calidez y humanidad que se vislumbran como un guiño, que se deslizan entre el salvajismo del personaje, como la secuencia final, quedándose solo, inmerso en su mundo, y, sí, sonriendo, pues está solo, como le gusta, no le importa nadie más que él, y crea una marca patentada de su persona, de su perfil de actor, consolida y refuerza ese perfil de un actor que ya había demostrado su seriedad y entereza como actor en auge, no únicamente un rostro atractivo. El apartado actoral definitivamente eleva y distingue a la cinta, y a la soberbia actuación de Newman, que lamentablemente no sería galardonado con el Oscar, se suman otros dos que sí ganaron el premio, primero el sobrio Melvyn Douglas, ganador de la estatuilla al Mejor Actor de Reparto, excelente su actuación, grave, sensible, de una persona en descomposición, que se agota de todo, se agota de la vida, y con calma acepta la llegada del descanso, del interminable sueño de la muerte, es un patriarca en decadencia, un señor que va siendo derrotado, muy buena su actuación. Por otra parte, la también oscarizada Patricia Neal, en el atractivo rol del ama de casa, atormentada y turbulenta, se muestra mordaz, directa, tajante en sus parlamentos, tiene un recorrido atrás suyo, ella se siente afín a Hud, y se habría concretado esa atracción, de no ser por la rudeza y bestialidad de éste, tiene un pasado oscuro, y, vale mencionar que en la novela que da origen al filme, el papel de Alma es el de una mujer negra, y de mayor injerencia en el desarrollo de la acción, en la cinta; y es la Neal, con un rol algo más relegado, pero con su seductora actuación la que acabaría ganándose un entonces valioso Oscar. La fuerza de la historia, y el poderoso guión, que es otro de los elementos a remarcar del filme, obra y gracia de Irving Ravetch y Harriet Frank Jr., se ve reforzado por una música que complementa y potencia los intensos momentos del drama. Imperdible y necesaria cinta, de lo mejor y más atractivo que se haya visto de Paul Newman, definitivamente Ritt sabía extraer lo mejor del actor, que, secundado por los otros correctos intérpretes mencionados, configura este harto recomendable drama.









miércoles, 14 de diciembre de 2011

El largo y cálido verano (1951) - Martin Ritt

El neoyorquino Ritt realiza esta notable película que cuenta con un reparto estelar, con uno de los grandes papeles del gran Paul Newman, donde empezó a demostrar que era más que solo una cara bonita en el ecran, en esta, la que sería su primera actuación junto a la hermosa Joanne Woodward, y además tienen el honor de compartir roles con el legendario y referencial director yanqui, el mítico Orson Welles, que demuestra que tiene talento no solo tras las cámaras, sino también para la actuación, entregándonos aquí una impecable representación. Descollan todos los actores, Newman en uno de esos papeles que tan bien le asienta, el rebelde fugitivo, pirómano temido y a la vez odiado por muchos, que deslumbra a una bella joven, la indomable Woodward, tan hermosa como impredecible, y un Orson Welles en el papel del padre de la joven, acomodado hacendado, dueño y señor de todo, papel acorde a tan magnánimo director, que también como actor sabe deleitar al público. Sin tener una trama excelente, el director Ritt consigue dirigir bien a estos gigantes actores, y presenta una cinta muy digna de ser apreciada.

        


En un pueblo indeterminado, Ben Quick (Newman) está siendo juzgado, acusado de haber incendiado el granero de un pueblerino, es expulsado de ahí. Se va pues, camina y es recogido en la autopista por dos atractivas mujeres, es llevado a otro pueblo, donde un tal Varner es dueño y señor de todo. Una de las chicas, la más joven, es Clara Varner (Woodward), hija menor del hacendado, y la otra es su cuñada, Eula (Lee Remick), casada con el hermano de Clara, Jody Varner (Anthony Franciosa). En la localidad, las mujeres acostumbran desposarse prontamente, tener descendencia y cuidar de su esposo, lo que llena de ansiedad a Clara, que busca encontrar pareja. Quick va a buscar trabajo con Jody, siendo contratado, mientras regresa el padre de él y Clara, el dueño de todo, Will Varner (excelente Welles), vuelve tras haber estado hospitalizado, y se alarma al saber que Quick ha sido contratado en su propiedad, conocedor de sus antecedentes de pirómano, le advierte que modere sus acciones. Sin embargo, el reacio al inicio Will, también hace tratos con Quick, le propone que venda a unos caballos recién capturados, y ante la buena performance de Ben vendiendo a los salvajes equinos, lo va respetando y le va agarrando estima.




Así, se va acercando cada vez más a Varner, y Clara es cortejada por el joven Alan Stewart (Richard Anderson), mientras su padre la presiona para que le de descendencia de una vez, y le comunica que desea que la tenga con Quick. A su vez, el acusado pirómano se va aproximando más a Clara, su aparente dureza y repulsión en realidad esconden atracción también hacia él, se besan, y después Varner le propone a Quick que se case con su hija, que sea su yerno, su status va subiendo notablemente. Esto hace que Jody se sienta desplazado y relegado, mientras Varner cede a las propuestas de unión de su vecina Minnie Littlejohn (Angela Lansbury), Quick sigue cortejando a Clara, lo hace en un picnic, pero la bella joven sigue mostrándose reacia y lo rechaza. Jody, que amenaza a Quick, es engañado después por éste a que busque un supuesto tesoro, unas monedas de plata enterradas en la propiedad desde la guerra civil, encontrando un falso tesoro, enterrado por Quick mismo, siendo ridiculizado, mientras Clara anuncia un supuesto compromiso con Alan. Pero Varner descubre lo ficticio de ese compromiso, pretende forzar la boda con Quick, ante lo cual un enloquecido Jody intenta incendiar el establo con todo y su padre adentro, pero se arrepiente al final, lo salva, y el pueblo culpa naturalmente a Quick. Varner se encarga de que todo se aclare, Quick es exculpado, y cuando parece que quiere irse y dejar todo atrás, finalmente se queda con Clara, forman una familia mientras también Varner hace lo propio con Minnie.




Exitosa y aclamada fue esta cinta, que viene a narrarnos un drama del sur yanqui, representado con todas las características de esta zona, las grandes propiedades, los acomodados terratenientes, y los esclavos negros que sirven sumisamente a sus amos blancos. Si bien la historia no es un espléndido relato, el principal atractivo de la película radica en la calidad interpretativa de sus actores, es así que veremos a un ascendiente y joven Paul Newman enseriándose y empezando ya a entregar sus mejores actuaciones, la siempre hermosa Joanne Woodward que colabora con él por vez primera, y un detalle siempre atractivo, ver actuar al genial realizador Orson Welles, en la que es probablemente la mejor actuación del filme, el poderoso hacendado, dueño de todo, imponente, imperialista en su aspecto, sus gestos, sus acciones, es una remarcable actuación de la que siento que no se distancia mucho de la realidad del señorial e inmortal director de Citizen Kane. Como se dijo, la relativa simpleza de su trama y de su desenlace, se ven compensadas por las atractivas estrellas, a las que Ritt dirige eficientemente, configurando un muy aceptable drama de cine hollywoodense, en el que las estrellas brillan con luz propia.




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