Mostrando entradas con la etiqueta John Schlesinger. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta John Schlesinger. Mostrar todas las entradas

martes, 29 de noviembre de 2011

Madame Sousatzka (1988) – John Schlesinger

El británico Schlesinger da una muestra de lo fino que puede ser el cine inglés en las décadas recientes, entregando una muy apreciable película que explora un drama enmarcado en el mundo musical, encarnado en una madura mujer, maestra de piano, que debe entrenar a un adolescente hindú, prodigio del instrumento, desarrollando más que una sola relación maestra-alumno, y donde se irá descubriendo su compleja personalidad, traumas y obsesiones. Para esto, cuenta el realizador en el papel principal con una excelente actriz, una Shirley McLaine que encarna a la perfección a la maestra de piano, atormentada y sola, su imponente actuación, sumada a la muy buena dirección del británico, integra este sólido filme, que se realza por las sutiles imágenes del director, la delicada narración visual de la cámara, y unos viajes surreales breves que nos muestran los traumáticos recuerdos de la maestra. Una muy buena probada de lo que es el cine británico contemporáneo.

  

Madame Irina Sousatzka es una maestra de piano, imparte clases en un edificio donde aloja inquilinos, y recibe solamente a estudiantes de gran habilidad en la música. Es visitada por Sushila Sen (Shaban Azmi), una mujer de origen hindú, que se ha mudado de la India a Inglaterra con su hijo de quince años, que es un prodigio del piano, y en el que tiene depositadas muchas esperanzas para el futuro. Indecisa al inicio, acepta al joven Manek (Navin Chowdhry), lo adopta como su estudiante, lo entrena, no solo en la música, pues también lo viste elegantemente, y lo trata bien, mientras a otros estudiantes los atormenta. En casa de Sousatzka, también vive una atractiva inquilina que le llama la atención al niño. Se va desarrollando un mutuo cariño entre el alumno y su maestra, ella lo exhorta a practicar sin parar, mientras el municipio le hace problemas a Sousatzka por unas licencias que debe tener su edificio. Comienza a pasar más y más tiempo con su mentora, ella lo vuelve casi su protegido, le enseña modales y etiqueta, e incluso Manek se queda a dormir los fines de semana en su casa y practica en su fino piano, y esta cercanía hace que su madre se ponga celosa. Su estilo comienza a mejorar, y llama la atención de la atractiva inquilina, mientras empiezan a manifestarse, en soledad, los traumas de madame Sousatzka, la constante presión que recibía de su madre para tocar el piano.



Mientras su madre continúa sintiéndose relegada, Manek sigue mejorando, su profesora se siente orgullosa, pero a la vez llama la atención del novio de la inquilina, que es un agente representante de artistas, pero madame Sousatzka no ve eso con buenos ojos. Por otra parte, la madre de Manek atraviesa problemas en su negocio, preparando comida india, las deudas comienzan a dificultar sus vidas, y eso crea ansiedad de ver a Manek de una vez tocando en conciertos y ganando dinero, pero esa sola idea desquicia a la madame, que considera que no está listo. La presión comienza a afectar a Manek, que discute con su mentora y se va, mientras ella se reencuentra con un antiguo pupilo con quien ella también creó lazos, pero él la abandonó para tomar un rumbo comercial. Ahora, años después, ella está triste y sola, y llora con él. El agente sigue convenciendo a Manek que su momento ha llegado, y los problemas por el edificio se agravan, pero Manek regresa con su maestra, se amistan a través de la música, es su mundo, su lenguaje. Finalmente decide tocar en conciertos, generándose una ruptura con madame Sousatzka, y ella, contra su orgullo, va a verlo tocar, lo observa con un poético rostro, mientras él, en su debut, toca mal, y ella siente una identificación plena con sus traumas de juventud. Ella piensa que después de eso él volverá con ella, que todo volverá a ser como antes, pero al final, él también la abandona, mientras ve acercarse a su antiguo pupilo, que le trae a un nuevo y joven aprendiz.



Muy completa la película de Schlesinger, con una serena narración, y una cuidada y armónica estética, sobre todo retratando los ambientes aristocráticos y sofisticados en los que se mueve madame Sousatzka, pues el lenguaje del director brilla particularmente en esas secuencias, y es ahí donde más muestra la fina escuela británica, heredero de Greenaway. La refinada música de los clásicos, Beethoven, Schumann, se vuelve la narración auditiva por excelencia, retrata con soberbia intensidad las secuencias más impactantes, las efímeras pero fuertes secuencias de los traumas de madame Sousatzka, cuya madre la presionó sobremanera cuando era adolescente, y esa presión generó que tocara en conciertos antes de tiempo, arruinándolo todo, y generándole profundos traumas. A esto se suma una inteligente narración de la cámara, que, aunque pocas veces, hace unos correctos seguimientos de los personajes, de los movimientos de ellos, es una sutil narración que realza la elegancia de ese lenguaje, y realza el estilo británico del que es heredero Schlesinger. Asimismo, la actuación  de Shirley McLaine es un auténtico regalo, encarna magistralmente a la madura maestra de piano, elegante, distinguida, fría y virtuosa, su personaje va adquiriendo intensidad y complejidad cuando se va desnudando su psiquis, sus traumas, su soledad, sabemos de dónde viene esa intensa impulsividad, y la McLaine hace que todas esas piezas encajen a la perfección. Gran película, gran muestra de una escuela consolidada y que tiene exponentes de muy alto nivel. 

    
  

Midnight Cowboy (1969) - John Schlesinger


El muy notable director británico John Schlesinger haría su triunfal debut en Hollywood con esta bastante memorable película de fuerte y directo drama, de protagonistas que encarnan seres patéticos, que se mueven en ambientes underground, rodeados de miseria, austeridad, y otros personajes como ellos, de mala calaña. Esta película, múltiple ganadora de los entonces valiosos y decentes premios Oscar, nos narra la cruda historia de un vaquero, muy bien interpretado por un joven John Voight, en una de sus mejores y más recordadas interpretaciones, recién llegado de Texas a Nueva York, donde pretende desempeñarse haciendo lo mejor que saber hacer, sexo. Así, se ve convertido en un gigoló en la Gran Manzana, buscando clientas, maduras mujeres que puedan representarle algún beneficio, mientras conoce al otro personaje central, un discapacitado hombre, enfermo ladronzuelo y estafador, excelentemente encarnado por Dustin Hoffman, un malandrín de poca monta que se dedica a robos menores para asegurar su subsistencia. Singular pareja, cómplices en sus actividades de dudosa índole, fortalecen su amistad en medio de toda la ruina en que viven. Atrapante historia, muy bien realizada por el británico que le valdría el premio de la Academia a Mejor Director, y bien ganado que se lo tenía, pues la cinta es un trabajo serio y muy bien realizado, además de ser enaltecido por la calidad actoral de sus protagonistas.

       


Comienza la acción en Texas, donde un vaquero, de nombre Joe Buck (Voight), se cansa de su trabajo como lavaplatos, renuncia y se enrumba hacia una aventura a Nueva York, viaja en autobús, mientras tiene repentinos flashbacks, primero de su infancia, su abuela, después, de adulto, con una amante. Llega a la Gran Manzana, entusiasmado con las chicas, que espera se vuelvan locas por él, recién llegado a la ciudad, está ansioso, y prontamente se involucra con una madura mujer, de quien no puede obtener dinero, cuando ella se indigna al enterarse que es un gigoló. Es entonces que conoce a Ratso (Hoffman), un malandrín discapacitado, que se hace pasar por chulo experimentado al conocer a lo que se dedica, o quiere dedicarse Joe, y le propone conectarlo con gente del negocio, y le consigue un primer trabajo, que resulta un total fiasco al ser citado con un hombre fanático religioso. Mientras continúa teniendo extrañas remembranzas pasadas, a modo de flashbacks, empieza a pasarla mal cuando se queda sin dinero, y sin los dólares perdidos que le dio en anticipo a Ratso, no le queda más remedio que ser gigoló para un joven homosexual, que no tuvo dinero para pagarle los servicios prestados. En esa situación, vuelve a encontrase con Ratso, y pese a la estafa sufrida, le acepta hospedarse en el cuchitril donde el lisiado vive.




Así, terminan viviendo juntos, van sobrellevando sus diferencias, y aunque discuten, Ratso ayuda a Joe con su aspecto, mientras se sigue dedicando a sus robos menores para poder sobrevivir, actividades que incluyen seguir tratando de conseguir clientas para el gigoló, aunque sin éxito, su vida es bastante austera y miserable, en un cuchitril, rodeados de gente de mal vivir. Mientras el pobre Ratso enferma, siguen conviviendo y conociéndose más, siendo un día invitados a una enigmática fiesta, a la que asisten, y resulta ser un surreal y sicodélico viaje, jóvenes drogadictos, sexo, música, heroína, una delirante reunión donde consiguen compañía femenina, además de unos dólares. Joe se relaciona con una mujer, con la que supera una inicial dificultad, para dejarla finalmente muy satisfecha de sus servicios, hasta el punto de recomendarlo a una amiga. Las cosas parecen mejorar, pero entonces Ratso empeora sensiblemente en su estado, al punto de no poder caminar, necesita atención médica, y para el viaje a Miami, Florida, Joe le roba mucho dinero a un viejo degenerado. Ya con el dinero, viajan en autobús a Miami, mientras Joe cuida de su amigo, pero, lamentablemente, no puede evitar que fenezca en pleno viaje. Avisa al chofer, que nada puede hacer, miente a los pasajeros diciendo que Ratso está bien, mientras Joe sigue viajando, ahora solo.




Entrañable cinta, gran película de Schlesinger mostrando un drama crudo y puro, la relación entre dos sujetos de mal vivir, de retorcidas actividades, que desarrollan una estrecha amistad, sin importar la inmundicia de la que estén rodeados, en lo que estén involucrados, es la amistad de dos personajes bizarros, que velan el uno por el otro, en medio de la podredumbre, la más entrañable camaradería surge, ellos pueden contar el uno con el otro, se hacen amigos en medio del caos, de las circunstancias más sórdidas, convirtiendo su amistad en algo más valioso, más notable y admirable, y que alcanza momentos tibiamente enternecedores. Esto se debe en buena parte a la inocencia del vaquero y la experiencia del lisiado, plasmándose con mayor nitidez en una secuencia que considero tan sencilla como estupenda, la secuencia donde conversan en la casa de Ratso tras reencontrarse luego de la inicial estafa del cojo facineroso. Es la secuencia de lo mejor del filme, se observa el rostro oscuro de Hoffman, parco y casi hierático, en medio de las sombras, en una actitud que no repetiría en toda la película, son exquisitos segundos de la actuación de un soberbio Hoffman, en los que su relación con Joe se clarifica, el vaquero pregunta cuáles son sus intenciones invitándolo a quedarse, respondiendo Ratso que nadie lo fuerza, que nadie lo obliga a quedarse, y finalmente volviéndose compañeros. Es así, que con escasas y superficiales palabras, de un vaquero que ni siquiera expresarse bien puede, mascador de chicles, y de un malandrín que se las sabe todas, que es oscuro, consciente de su inmundicia, queda tácitamente pactada su amistad, Ratso lo protegerá y guiará en el absorbente y amenazante mundo citadino, pero gradualmente, poco a poco, será el tejano quien acabe cuidando de el infeliz lisiado.



 
 




Esta historia se ve reforzada por un elemento que vuelve a la cinta más loable, un lenguaje audiovisual que alcanza momentos espectaculares, empezando con el bombardeo perenne de multitud de imágenes y secuencias pasadas, los flashbacks que mayormente tiene Joe, un amalgamado de secuencias que le da un ritmo frenético y de mayor intensidad a los momentos que requieren ese efecto intenso. Estos flashbacks, que repetidas ocasiones veremos, aparte de su papel expresivo, también tienen cierta función informativa, pues nos van mostrando los traumas pasados de Joe, imágenes de su abuela, también de su amante, flashbacks que asimismo dejan cierto entreabierto tema, una no esclarecida y aparente violación a su chica, en su propio delante, pero es algo que queda en incógnita, y luego las imágenes se combinan con personajes del presente, como Ratso. Este frenético desfile de imágenes oníricas es perenne y constante, y si bien resulta algo confuso, conforman un lenguaje audiovisual notable. Sin embargo, esa expresión audiovisual alcanza su máxima presentación en la secuencia de la fiesta, delirante desfile onírico, surreal, alucinaciones propias de un drogadicto, de un heroinómano, es el clímax audiovisual de la cinta, y que inevitablemente nos rememora a una película hermana, del mismo año, Easy Rider (1969), de Dennis Hopper, donde veremos innegables similitudes en el aspecto audiovisual, y también en el sentido de las historias que se reflejan. Ciertamente son cintas hermanas, cronológicamente, pero además, expresivamente, tienen ambas su secuencia onírica surreal, drogas y alucinaciones, un arte tipo happenings, retratan ambas personajes ruines, marginales, pero la presente cinta es más bizarra que la de Hopper, pues no solo contiene yonquis que fenecen devorados, víctimas de la intolerancia y miedo de la sociedad yanqui, ahora hay chulos, prostitutas, homosexuales, proxenetas, lisiados, sordidez y podredumbre al máximo en calles yanquis neoyorquinas.







Ahí radica la fuerza de la cinta, en mostrarnos a dos desadaptados sociales, parias de la sociedad, que buscan su bienestar por su propio camino, apartados del mundo convencional, civilizado, ellos deben subsistir en su ambiente subterráneo. Se trata de un vaquero que verá sus ilusiones destrozadas, la ilusa burbuja se romperá drásticamente, chocará directa y brutalmente con la realidad, gigoló fracasado, su primera clienta, lejos de retribuirle por sus servicios, termina en situación en la que hasta él debe darle dinero, y se ve rebajado hasta lo último, siendo gigoló de hombres, pero de nuevo, su primer cliente, ni siquiera le paga. Es pues, una situación demencial y de pesadilla, y que dará vuelco definitivo al irrumpir el complemento, el que se desenvuelve como pez en el agua ahí, Ratso, el proveniente de ese ambiente, lo siente el escenario idóneo para él. Mención aparte merece la banda sonora, principalmente con el tema insignia de la cinta, la canción “Everybody's Talkin”, escrita por Fred Neil, e interpretada por Harry Nilsson, ese recurso musical sirve de elemento conectivo, con el origen de Joe, con su naturaleza, es una expresión propia de su persona. Está además la armónica de Jan “Toots” Thielemans, hermosa y parsimoniosa, nostálgica y apesadumbrada, enmarcando los momentos más tristes, principalmente, claro, la muerte de Ratso, y enfocando el rostro de Voight, de Joe, cuyo mundo ha cambiado para siempre, que incluso había tirado su ropa de vaquero, cambia su vestimenta, habrá un antes y un después de esta experiencia en su existencia, ha perdido la inocencia del vaquero recién llegado a la ciudad.





 



Las actuaciones son remarcables, un aún joven Dustin Hoffman obsequia la que es, de lejos, su mejor actuación jamás vista, y como suele suceder, no es reconocida con galardones, aunque sea infinitamente superior a interpretaciones suyas sí premiadas. Y es que en lo personal, siento esta interpretación suya muy superior a las que ofreció en Kramer vs Kramer (1979) de Robert Benton, y, sí, también a Rain Man (1988) de Barry Levinson, las cuales sí que serían premiadas con el ansiado Oscar, pero en esta ocasión el galardón terminaría yendo a casa de John Wayne por True Grit. No apuntaré que la naturaleza de la cinta y del personaje vetaron a Hoffman del premio, al hacer sonrojar a algún santurrón crítico, pues la película acabaría alzándose con las estatuillas más importantes de la ceremonia, pero me resulta anecdótico que este trabajo haya quedádose sin ese reconocimiento. Imprime Hoffman  intensidad y credibilidad a su rol de sufrido malhechor de poca monta, la transformación que sufre el actor para internarse en su personaje es sobresaliente, con la voz y la actitud, es el lisiado y acostumbrado a esa, la única vida que conoce, ayudando a la contraparte, un joven John Voight que nos presenta una de sus mejores actuaciones, que ayudaría a que se lo empiece a tomar en serio, el vaquero gigoló que llega a Nueva York sin tener claro su horizonte, entablará amistad con el lisiado. La película, basada en la novela homónima de James Leo Herlihy, resultó ser, como se mencionó, la flamante ganadora de la edición de los Premios de la Academia de ese año, alzándose con los premios de Mejor Director para Schlesinger, Mejor Película y Mejor Guión Adaptado. Es un filme inmenso, de necesario visionado, las no pocas razones expuestas convierten a Midnight Cowboy en una cinta de importante y significativo contenido, junto a la mencionada Easy Rider, exploran ese submundo de marginados, de antihéroes, apartados sociales, donde se le toma el pulso a la sociedad de la época. Inolvidable película, de necesaria revisión.








 

 





Posicionamiento Web Perú