Cumbre trabajo de uno de los directores de cine
más emblemáticos, inolvidables y profundos que la etapa clásica de este
arte en territorio europeo ha sabido alguna vez producir. Victor Sjöström, prodigioso pionero audiovisual
y narrativo, hábil en la creación y utilización de
artificios audiovisuales, tiene en este filme muy probablemente lo
que es su mayor aporte al arte cinematográfico. El gran maestro del
cine mudo sueco se basa en el relato homónimo de Selma Lagerlöf
para adaptar y llevar a la pantalla grande esta oscura
y metafísica historia, muy acorde al contexto histórico y
geográfico en el que le tocó desarrollarse. Es esta la historia de una antigua creencia nórdica, según la cual, si
alguien fenece en la noche de año nuevo, deberá someterse al castigo
de conducir durante un año entero la carreta del título, una
fantasmal carreta en la que transportará las almas de desgraciados pecadores
muertos. El personaje que se encargará de tomar la posta en
el sórdido ejercicio, interpretado por cierto por
el propio maestro Sjöström, es un individuo ruin, alguien que esparce la miseria, el sufrimiento, aún
entre sus seres más queridos, característica que lo
hace idóneo para la labor, si bien el
genuino arrepentimiento y ganas de mejorar le abrirán las
puertas de una final redención, de una absolución plena.
Soberbio ejercicio, rebosante de nuevas técnicas
e innovaciones exquisitas que abarcan multiplicidad de
planos, desde lo narrativo, hasta lo expresivo, y lo visual, lo visual, el
elemento con el que su filme se vuelve imperecedero, indeleble.
Inmortal trabajo del maestro Sjöström,
involúcrase con su arte el cineasta en todos los planos, dirige un
filme mítico, de culto, que se convertiría con
el pasar de los años, como
suele pasarle a las obras magnas, en
trabajo referencial para posteriores genios del séptimo arte.
Rodada en exquisito blanco y negro, dotada de una expresividad irrepetible, es
uno de los trabajos ineludibles del cine arte, del gran
cine clásico danés y europeo.
Tras mostrarse la clásica insignia de
la SF, un texto nos informa de una monja del ejército de salvación que padece una ardua enfermedad, agoniza, y ha ido a refugiarse a la casa de su
madre. En su padecimiento, la monja, Edit (Astrid Holm),
solicita con insistencia la presencia de un personaje, David Holm,
algo a lo que su madre se opone. No es una noche cualquiera, es
la noche de Año Nuevo, y pese a la negativa de la progenitora, buscan
a Holm, no encontrándolo, y es que el sujeto se encuentra con
otros dos individuos, bebiendo en un cementerio. Holm (Sjöström) narra
entonces una historia, un camarada suyo, Georges (Tore Svennberg),
contaba que si alguien moría la noche de año nuevo,
siendo pecador, su castigo seria conducir una fantasmal carreta
y transportar desgraciadas almas al infierno. Curiosamente,
el sujeto termina muriendo esa misma noche. Una pelea
se desata entre los tres libadores, siendo Holm
herido mortalmente y recibiendo la metafísica visita de su
camarada, es Georges, que maneja la carreta, y que viene a transferirle
ahora la sórdida labor. El alma de un abatido
Holm presencia las oscuras actividades de su antiguo amigo,
mientras, paralelamente, Edit, en su lecho de muerte, continúa
persistentemente pidiendo la presencia de Holm. El horrorizado pecador
va entendiendo lo que le espera, es un castigo necesario, pues Georges le va
haciendo rememorar sus ruines acciones en vida,
haciendo padecer no sólo a su esposa e hijos, que lo abandonaron,
sino también causando mucho daño a su joven hermano.
Continúa el flashback, recuerda
asimismo cómo llegó al hospedaje de las monjas de Salvación, fue
el primer huésped de Edit, que lo ayudó, pero David
se comportó como un patán, maltratando a la monja, e
incluso infectándola del virus que en el presente está terminando con su vida; pero
ella, empero, le dijo esperaba verlo en la próxima noche última del año. Sus
pecados son muchos, y su castigo, necesario, recuerda cómo buscaba a su esposa (Hilda Borgström) e hijos, quería vengar su humillante
abandono. El atormentado Holm acompaña al saliente conductor, en algunos de sus
trabajos, transportando almas, desplazándose incluso por el mar
la fantasmagórica carreta. David no desea realizar esas funciones,
pero Georges le hace ver que tuvo muchas oportunidades, tuvo cosas hermosas, y
lo arruinó todo, ahora la espera un nuevo y más intenso castigo. Le llega la
hora a Edit, y Georges muestra su espectral presencia, va a buscarla, pero la
abnegada monja le pide encarecidamente que le de unas últimas horas de vida, le
suplica le otorgue un último suspiro, pues le es necesario ver al hombre que
ama, le es necesario ver a David Holm, quien, metafísicamente presente, está
también en la escena, y logra apersonarse, ella lo ve, tienen un final suspiro
juntos, y ella fenece. David es otro ya, materializado de nuevo como humano,
quiere redimirse, va con su mujer, consigue salvar a sus vástagos de su mujer,
que, pretendía envenenarlos, víctima de la desesperación. Tras intensa
confesión y llanto, Holm quiere cambiar, su mujer le cree, lo apoyará, se
quedan juntos, juntos en el mundo terrenal, y dispuestos a madurar sus almas
antes que Dios las recoja.
Finalizado un rápido repaso por los eventos del filme, abordemos ahora el
análisis por apartados debidamente diferenciados:
NARRATIVA
El primer tema por el que el
presente filme se convierte en severa joya cinematográfica viene a ser la forma
en que el cineasta juega y reestructura su armazón narrativa, es de esta forma
que asistiremos a una suerte de narrativa inversa, es decir, los flashbacks nos
irán descubriendo las razones de los sucesos. No asistimos a un convencional
desarrollo causa-efecto, sino lo inverso, un efecto-causa, los flashbacks nos
mostrarán con mayor profundidad lo sucedido, flashbacks apuntalados por textos,
abriendo paso a otros apartados temporales. Las elipsis se concatenarán, los
fundidos también, prolongando la narración, y generando eslabones que, como se ha
dicho, se van sucediendo a la inversa, conoceremos primero las consecuencias,
para ir luego adentrándonos las causas, generando esto un efecto singular en el
espectador, que por momentos se siente desafiado a entender lo que sucede, esos
flashbacks tendrán finalmente las inequívocas respuestas que buscamos. Este
memorable recurso casi obliga a que
el espectador se involucre, hace casi ineludible que el espectador debidamente
comprometido con esta joya, se implique, se esfuerce en entender una historia
que se va presenciando en opuesta dirección a lo convencional. El fanático,
apreciador y admirador de esta cinta, y de su creador, entonces tendrá la labor
de realizar casi un doble análisis, análisis paralelos, como los planos de la historia,
y además se sentirá poderosamente seducido a llevar a cabo los repetidos
visionados del filme, descubriendo, como es usual, nuevos y fascinantes
detalles en cada visionado, comprendiendo más las acciones, y fundiéndose a la
vez el espectador con el trabajo. Interesante labor pues la que le espera al
individuo que se aventura a presenciar el filme, dos dualidades de planos confluyen
en el filme, pasado y presente se amalgamarán, realidad y metafísica también,
dos bifaces corrientes que el espectador deberá saber mentalmente analizar, para
posteriormente sintetizar en un final conclusión y entendimiento. Si bien no
pionero o absoluto iniciador del exquisito recurso, sabe Sjöström extraer oro de su uso, generando toda la seducción y desafío
en el interior de un espectador y cinéfilo debidamente comprometido con esta
obra de arte.
AMBIENTACION / EXPRESIVIDAD
Otro apartado a
resaltar viene a ser la concepción de los escenarios, empezando por los
encuadres, que descansan en las sólidas y sobrias composiciones, que abarcan
personajes, locaciones, y también las sombras, además de las luces y sus contrastes.
Se generan enfoques específicos a
determinados detalles, para después liberar el foco de atención a la escena
toda, se sienten ahí ciertas influencias de Griffith, naturalmente, su
innegable herencia, pero fundida con el sello personal europeo del sueco. Así,
los encuadres del nórdico cineasta sabrán reforzar lo que transmiten las
situaciones, además de complementarse con específicas concepciones de cada
escena, dotando a las secuencias de un tibio halo teatral. La metafísica
aventura, salvo ciertos momentos de necesario desenfreno y emoción, va fluyendo
con una serena pero tensa sencillez, al margen de la singular estructura
narrativa ya comentada, todo se desarrolla con parsimonia, con laxitud en
algunos casos, posándose sutilmente la cámara sobre los protagonistas, y
prolongando por breves segundos la acción, generando esto una apreciable y
mayor solemnidad en los sucesos que, de nuevo, desembocan en una sutil y
agradable atmósfera teatral. Profundizando en el plano de ambientación del
filme, y de expresividad, que van de la mano, se puede añadir en ese sentido
que hay algo en lo que, si bien no es innovador, no es pionero Sjöström, sí es algo en lo que manifiesta su dominio, su
directriz, dotando a cada escenario de una luminosidad característica, propia, de
una propia y envolvente personalidad, que se amalgama con la representada
locación, ya sea interior, o exterior. Así, observaremos un gélido, intenso y
denso azul para los exteriores, para las calles, pero, sobre todo y más
importante, para las secuencias corazón del filme, las secuencias por las que
el filme entra en un selecto grupo atemporal cinematográfico, arte puro, arte
innovador. Me refiero por supuesto a las secuencias metafísicas, las secuencias
en que las almas abandonan las inertes masas de carne humanas, el frío azul
hospeda las metafísicas representaciones de las almas, de los desgraciados
condenados a conducir la carreta, y de los transportados. De esta forma, el
propio David Holm interactúa con el saliente conductor, y el azul alcanzará la
máxima intensidad entonces, la atmósfera de la gelidez, del
desamparo, de la falta de vida, de la distancia insalvable de un mundo
fantasmagórico, ese azul lo invade todo, simbólico azul reservado para los
exteriores, pero, sobre todo, para los entes no vivientes, los fantasmas y
las bizarras circunstancias que a ellos puedan atañer.