Delirante y célebre comedia del director Blake Edwards, en el que se retratará la alucinante
historia de un festivo submarino, que inicialmente estaba destinado a
convertirse en ilustre miembro de la armada yanqui durante la Segunda Guerra
Mundial, pero, antes de iniciarse la batalla, es seriamente dañado. La situación
es aprovechada por un capitán que busca comandar, que pedirá reconstruir y
capitanear el navío, pero se embarcará en singular aventura, rodeándose de
libidinosos oficiales, en un submarino al que le pasa de todo, encontrándose
con variopinta colección de personajes, y conviviendo los soldados con un grupo
de candentes féminas, poniendo todo de cabeza. Singular y divertido filme, en
el que Cary Grant encarna al capitán que inicialmente tratará de poner orden en
el submarino, pero que finalmente, como se dice, si no puedes con ellos, úneteles y termina enamorándose de una de las enfermeras, inesperadas
tripulantes. Divertida y entretenida cinta, que puede hacer pasar algunos
buenos momentos, y que inspirara, debido a su éxito, la posterior serie de El
Subamarino Rosa, apariencia que eventualmente exhibe el festivo e impensado submarino. Además del buen Grant, completan el reparto de esta disparatada comedia
Tony Curtis como el más libidinoso y asertivo de sus oficiales, y las bellas Dina Merrill y Joan O'Brien, como las principales féminas que
inquietan a los soldados yanquis.
El comandante Matt T. Sherman (Grant) llega hasta un novedoso submarino, el Sea Tiger, Tigre del
mar, revisa la bitácora, son días de la II GM, y el submarino, antes de
estrenarse, sufre severo ataque aéreo, que le genera daños mayúsculos. Se piensa desecharlo, pero Sherman,
penoso de deletarlo virgen, lo considera una pérdida, sugiere repararlo y él
lo capitanearía; su petición es aceptada. Muchos de los subalternos de Sherman
se han ido, tiene que reclutar nueva gente, uno de ellos es el teniente
Nicholas Holden (Curtis), desorientado oficial que llega de Honolulú, y que
despierta burlas en la tripulación. Conoce Holden a otros tripulantes, Ernest
Hunkle (Gavin MacLeod),
y el profeta (George Dunn),
y, tras ser nombrado oficial de abastecimiento, se une a ellos para robar los
suministros en almacenes de la marina. Mientras siguen reclutando gente, y
Holden tiene más injerencia en el grupo, una inesperada explosión vuelve al
submarino blanco fácil, y se resuelve moverse a Cebú a continuar con las
reparaciones. Al retirarse la embarcación, en los almacenes hasta los oficiales
se han quedado "limpios”, el Sea Tiger sigue su rumbo por tropicales tierras,
donde un singular brujo trata de ayudarlos, mientras Holden mantiene siempre su
actitud relajada, hasta desayunando en la cama, y Sherman trata de aleccionarlo.
Mientras sigue la nave en movimiento, las reparaciones continúan
también, las falencias aún persisten, pero entonces, un
acontecimiento cambia todo. Holden, que regresa de una misión de reconocimiento,
trae en su balsa a cinco atractivas mujeres, enfermeras oficiales. Las
féminas, varadas tras un ataque, no tienen dónde guarecerse, y Sherman no tiene
más remedio que acogerlas, tratando de elaborar cronogramas para convivir todos
razonablemente en el reducido submarino. Holden no pierde tiempo, comienza a
cortejar a la bella teniente Barbara Duran (Merrill), se le acerca
provocadoramente con pijamas y champagne, pero Sherman rompe su acercamiento,
en repetidas ocasiones, aunque él mismo dubita cuando conoce, en la ducha, a
otra teniente, Dolores Crandall (O’Brien). El Sea Tiger va quedando listo,
incluso realizan somero ataque a un buque cisterna, y luego, ya en Cebú, otros
oficiales no se hacen responsables de las mujeres, por lo que siguen con ellas,
en el submarino, que ha sido pintado, inauditamente, de rosado. Las locuras se
suceden, roban un cerdo lugareño y juegan al póker en una suerte de casino, se
encuentran a japoneses a quienes deben compensar por el puerco, y el romance de las parejas va fortaleciéndose. Tras evadir un ataque aéreo, se encuentran con fuerzas
yanquis, que los atacan pensándolos enemigos, pero aclarado todo, los reciben,
la guerra acabó, Holden se queda con Barbara, y Sherman con Dolores.
Divertida cinta, el humor llega a un submarino, impensable
situación, entre belicismo, en medio del mayor conflicto global hasta ahora
habido, se desliza un ligero y sencillo humor, repleto de hilarantes
circunstancias que tendrán por centro a los eternos objetos de deseo masculino,
las hermosas mujeres. Desde el inicio, queda claro que se trata de una
tripulación singular, oficiales que no tienen ni siquiera papel higiénico, que luego tienen que robar de almacenes de
la marina sus suministros, desatándose desde ya las disparatadas situaciones,
pues inclusive, inauditamente hasta una pared le roban a un oficial, el cual,
resignado, al menos pide que se le devuelva la ventana. Pero naturalmente, el
meollo son las féminas, cinco hermosas mujeres en un submarino, inverosímil
situación, las mujeres en un submarino son de mala suerte, dicen, y es que
ambos elementos son impensables juntos, pero en el filme, dejan de ser
irreconciliables, para dar lugar a la comedia, comandada, claro, por el
libidinoso y siempre ganador Holden, que hasta rifa la ropa de la mujeres y
tiene apoyo para su estratagema de seducción a un chasquido de dedos de
distancia, un subalterno que le trae al instante hielo y vasos para degustar el
champagne con la blonda teniente. Así, casi surrealmente, una broma flotante
está navegando, el submarino rosa, transportando mujeres bañándose en ese
reducido espacio, íntimas prendas femeninas sobre maquinarias, mujeres dando a
luz, niños recién nacidos, hasta una cabra para darles la mejor leche, todo es
un loquerío, que desemboca en el delirante final, el submarino rosa ataca con sostenes y otras prendas íntimas, elocuente mensaje que hace a sus agresores recapacitar. Las atractivas oficiales vuelven locos a los tripulantes, y estos,
ajenos al conflicto mundial, aislados de todo ello, se divierten, e invitan al
espectador a dejarse embriagar por esa dejadez, olvidar la seriedad de la
guerra, y soltar alguna eventual risa fácil con su ligero humor. Sencilla y
digerible cinta, retahíla de disparatadas circunstancias, un exitoso filme, que
acabaría siendo preludio para la serie televisiva antes citada, que tiene
además en su reparto buena razón de su éxito, Grant, Curtis, y las hermosas
Joan O’Brien y Dina Merrill en esta comedia, inolvidable para tierras yanquis.
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