Una cinta infaltable dentro del firmamento yanqui hollywoodense, con el que ya toma fuerza uno de sus más distinguidos integrantes actorales, el gran Paul Newman encarnando a un memorable personaje, que incluso acabaría retomando años después. Newman por esos años ya había conseguido notoriedad, era un actor conocido y respetado, había demostrado ser mucho más que una cara bonita, y con esta cinta su reputación se consolidaría aún más. Para esta oportunidad Paul es el entrañable “Fast” Eddie Felson, un jugador de billas que se gana la vida de billar en billar, haciendo lo que sabe, estafar a otros jugadores de billas, inferiores a él, y es que es un muy talentoso jugador, es el mejor que se haya visto, y el momento cumbre de su carrera de estafador llega cuando tenga que enfrentarse a su archirrival, otro jugador que tiene la chapa de invencible, conocido como Minnesota Fats, encarnado por Jackie Gleason. En su camino tendrá que enfrentarse no solo a su oponente, sino también a extorsionadores, gente poderosa que está por encima de él, pero se encargará de sortear todos los obstáculos, mientras más de una desagradable sorpresa saldrá a su paso durante sus avatares. Atractiva la historia del nómada errante, es el buscavidas del título, que tendrá una experiencia que lo hará madurar, y reflexionar sobre el tipo de vida que está llevando, un gran papel que los fanáticos del buen Newman no pueden perderse.
La acción inicia con el billarista Eddie “Fast” Felson, que llega, junto a su socio, Charlie Burns (Myron McCormick), al Ames, un billar en el que se advierte no se aceptan trucos ni apuestas. Está buscando, directamente a un tal Minnesota Fats, que es como un dios en el lugar, es invencible, pero él está confiado. Al fin llega Fats, comienzan a jugar, y el local tiene un inicio arrollador, pero Felson se recupera, tienen un duelo muy igualado, juegan por horas, van subiendo las apuestas, es un juego muy disputado. Llega incluso a amanecer, han jugado por 24 horas seguidas, y el buscavidas Felson ha ganado la friolera suma de $10,000. Sin embargo, Fats se arregla, y pretende seguir jugando, y un agotado y presuntuoso “Fast” Felson pretende seguir despedazándolo, pero está cansado. En la reanudación, Fats está mejor, y recupera de un agotado Felson todo lo ganado, Minnesota termina ganador. No acostumbrado a irse perdedor, Felson se retira, deja a Charlie en un hotel, y conoce en su camino a una atractiva mujer, con la que tienen un acercamiento, pero nada más. Alojado solo en un motelucho, ya nadie quiere jugar con él, y poco después vuelve a encontrar a la mujer, siempre bebiendo, es una alcohólica llamada Sarah Packard (Piper Laurie), con la que pronto nace química, y consuman su idilio.
Congenian tan bien que llega hasta a alojarse en la casa de ella, tiene intereses comunes con la alcohólica, disfrutan su mutua compañía, y es entonces que llega Charlie a buscar a Eddie, le propone que retomen sus actividades timando a billaristas, pero es rechazado por Felson, que siente que se aprovechan de él. Discute también con Sarah, se va a vagabundear, y es abordado por un adinerado sujeto, que presenció su duelo con Fats, es Bert Gordon (George C. Scott), que busca siempre obtener rentas de toda situación, y tiene éxito, pretende ahora apadrinar a Felson, pero éste no acepta. Busca suerte por su cuenta, va a otro billar, donde tima a un timador, lo liquida en el juego, pero los parroquianos del billar lo ajustician por pasarse de listo, rompiéndole los pulgares. Sarah, sobria, genuinamente interesada en él, lo cuida, y al recuperarse, Gordon finalmente lo auspiciará. Deben ir a apostar a Lewisville, y Sarah los acompaña, es una gran convención, donde están los pesos pesados del juego, Gordon es muy conocido ahí. Bert arregla unos cuantos juegos, mientras Sarah no puede evitar embriagarse, y Eddie se enfrenta al pez gordo del lugar, perdiendo inicialmente $2,000 dólares, apostando después dinero propio, y vuelve a perder, pero finalmente sale victorioso; sin embargo, de vuelta en el hotel, la alcohólica Sarah ha fenecido. Regresa al Ames, y vuelve a jugar con Minnesota Fats, pero en esta oportunidad, con mayor soltura, lo derrota completamente. Gordon, naturalmente, pretende cobrar deudas, pero Felson, resoluto, se rebela, no le paga, y se retira, para no volver a jugar más.
Interesante cinta en la que un ya experimentado Newman presenta una seria actuación, interpretando al buscavidas del título, y aunque sea en blanco y negro, se puede apreciar su cálida mirada, sus ojos azules en esa mirada lejana pero a la vez cercana, intensa. Una vez más con el papel principal a su cargo, Newman no desentona, dándole vida al despreocupado de todo, nómada buscavidas, errante sujeto que vive el momento, vive donde caiga, busca la vida fácil, y es que en realidad la ha tenido, se gana la vida estafando y timando a jugadores menos habilidosos que él, y le imprime la correcta intensidad a su personaje, su imagen juvenil de ganador picaresco sienta bien, acostumbrado a ganar dinero fácil, a la buena vida sin mayor esfuerzo. "Fast" Eddie Felson, sin embargo, madurará cuando conozca el amor, o algo cercano a él al menos, en los brazos de la alcohólica Sarah, la bella Piper Laurie, con quien comparte desinterés por todo, y con quien comparte la existencia de un vicio, almas gemelas que encuentran mutuo refugio en su compañía, inmediata atracción que luego se transforma en genuino querer y preocupación, y cuya pérdida tendrá un efecto epifánico en Felson, modificando su manera de pensar y su estilo de vida. Correcta cinta, con las buenas actuaciones de Jackie Gleason, y también de un notable George C. Scott, dominador de todo, y por supuesto, Paul Newman, configuran la historia del vago sin mucho oficio ni beneficio, adicto al juego, pero su vicio cederá terreno cuando la muerte aparezca en el sendero, y aprenda que el dinero es lo menos importante que puede perder en un juego más importante que las billas, la vida.
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