viernes, 21 de octubre de 2011

La Ventana Indiscreta (1954) – Alfred Hitchcock

Buen ejercicio de suspenso del siempre admirable maestro del suspense, Alfred Hitchcock hace de las suyas y para esto recluta a un por esos años frecuente colaborador suyo, un inolvidable Jimmy Stewart, y es que cuando estos dos individuos colaboraban, los resultados eran más que inmortales. Para el recuerdo, The Man Who Knew Too Much (1956) y Vertigo (1958), dos clásicos que se erigen entre lo mejor del excelente cineasta británico, dos obras referenciales del cine de suspenso. La cinta que nos ocupa en esta oportunidad, La Ventana Indiscreta, no alcanza el nivel de maestría de los otros dos títulos, sin embargo es buen ejemplo de un ya maduro Hitchcock, un director ya curtido que estaba en esos momentos iniciando la etapa final de su filmografía, tan extensa como excelente, más de cincuenta años haciendo cine. Como se mencionó, el papel principal recae sobre el carismático y entrañable James Stewart, a quien Hitchcock “mima” acompañándolo de la hermosísima Grace Kelly, una de las estrellas femeninas más brillantes de esos años, referente de la mujer en el cine hollywoodense, y que sirvió para enriquecer la conocida y por supuesto entendible debilidad y predilección del maestro por las rubias.

         


“Jeff” Jeffries (Stewart) es un fotógrafo que su sufrido un accidente y está con la pierna rota, enyesado por seis semanas, su pasatiempo es espiar a sus vecinos desde su ventana. Sus únicos contactos humanos son su enfermera Stella (Thelma Ritter), y su preciosa novia, Lisa Carol Fremont (quién más que la belleza Kelly), que lo visita, desea alegrar su convalecencia, es tan hermosa como enamorada está de Jeff, y busca seriedad en su relación, lo cual él no comparte. Prosigue con su espionaje, y observa curiosas escenas, una escultora, una mujer que hace ejercicios en paños menores, una bailarina, se vuelve un completo fisgón, y nota que una vecina ha desaparecido, tanto él como Lisa empiezan a creer que el esposo, Lars Thorwald (Raymond Burr), tiene algo que ver, que la ha asesinado y descuartizado con unas sierras. Llaman a un amigo detective, Thomas J. Doyle (Wendell Corey), que, escéptico, investiga, mientras Jeff, con prismáticos, sigue espiando al esposo, que parece que saldrá de viaje, y Lisa se interesa más en él y en la historia, tanto así que, al morir un can mascota de un vecino, va a dejarle al sospechoso una inquietante nota. Jeff distrae al esposo con una falsa cita, y Lisa va a cavar a su jardín en busca de evidencias, al no encontrar nada, ingresa a la casa sospechosa misma. Allí es encontrada por Thorwald, la ataca violentamente, pero es rescatada por la policía, que la arresta por allanamiento. Thorwald se da cuenta de todo, va a buscar a Jeff y lo ataca también, pero la policía lo salva de caer por su indiscreta ventana, el asesino es capturado, confiesa, todo está esclarecido. Finalmente, Jeff, con ambas piernas rotas ahora, se queda con su bellísima Lisa.




No es la mejor obra de Hitchcock, pero la cosa es que a un maestro de la talla de Hitch, generalmente cuando alcanza cierto tope con una obra maestra, necesariamente después, o antes en este caso, producirá cintas de no tan alto nivel, y que, sin ser malas ni mucho menos, comparadas con lo mejor del cineasta, no llegan a ese nivel de maestría. Con todo, la película nunca desentona, y ver a James Stewart es un aliciente siempre agradable, y mejor aún si lo vemos acompañado de esa blonda beldad, le bella Grace Kelly, que hace entender la predilección del director, porqué el maestro siente debilidad por las rubias. La presente película explora la costumbre que se vuelve vicio de un individuo sencillo, que por su incapacidad se ve enfrascado en una situación donde no se despega de la ventana, ni siquiera duerme en su cama, sus únicos y perennes compañeros son su silla de ruedas y los prismáticos. Otra vez Stewart hace el papel de un sujeto sencillo, promedio, el tipo de al lado, enredado en una inverosímil situación, una situación en la que el suspenso está siempre presente, sello de Hitch, al igual que la incertidumbre e intriga, pero siempre trabajados con sutileza, con gracia, y que irá incrementando en el final. Resaltante la siempre bella Grace Kelly, que se luce con los diferentes vestuarios, se luce en memorables escenas que son referencia de la elegancia y gracia de la rubia, alimenta la obsesión de Hitchcock, es el elemento infaltable de toda película del buen Hitch. Disfrutable y recomendable cinta.



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